La sangre de los zombis

Si te atreves a ponerte en la piel de un Señor del Kai, si te crees capaz de desafiar a los Señores de la Oscuridad, o si deseas simplemete pasar un buen rato, entra y asume el riesgo... pero quedas advertido...
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Oyes el rebote de la granada en el suelo. Gritos y lo siguiente que ves es la cara de horror de Boris y como éste pega un salto cuando la granada ¡la patean de vuelta al cuarto!

Recostado contra la pared te lleva un segundo comprender y reaccionar, antes de que la granada estalle al otro lado de la barricada. El fogonazo, el estruendo, el soplo de aire abrasador y la onda expansiva te aturden y te empujan contra la pared, notas impactos en el pecho y el casco y un agudo pinchazo en el brazo izquierdo. Te caes de culo, apoyado en la espalda. No ves nada, el cuarto está lleno de humo y polvo. Toses, con las fosas nasales y la garganta irritadas por el hedor picante del explosivo y la peste a quemado.

Ensordecido, aturdido y asfixiado te dejas caer al suelo, instintivamente recordando que el humo se va para arriba, buscando respirar aire a ras del suelo, te alzas el visor. Notas, más que oyes, los golpes en la barricada. A medida que recobras la audición oyes los salvajes gritos de triunfo de los infectados al otro lado de la puerta.

El humo y el polvo se disipan saliendo por la claraboya rota en el techo y la ventana abierta. Ves a Boris que yace en el suelo, malherido, con el mono naranja desgarrado, chamuscado por la explosión, y con múltiples heridas, se estremece débilmente. Aunque se echó al suelo, estaba demasiado cerca de la explosión.

Con incredulidad bajas la vista. Te arrancas con dolor una astilla de madera de varios centímetros clavada en el brazo izquierdo, que sangra profusamente, pero aparte de eso, y tener los pantalones todavía más rotos, y que un trozo de metralla se ha llevado la punta de la suela de una de tus zapatillas, pareces estar entero. Al estallar la granada al otro lado de la cómoda de gruesa madera, te ha protegido de lo peor de la explosión y la metralla. El chaleco tiene algunos agujeritos más en los bolsillos, marcas como quemaduras de cigarrillos, donde te han dado las esquirlas y unas cuantas astillas de madera clavadas.

No tienes tiempo de celebrar tu buena suerte, ni lamentar la mala suerte de Boris. El estrépito de una silla al caer te hace volver a la realidad. Están a punto de entrar. No hay nada que puedas hacer por Boris.

Todavía aturdido, te incorporas apoyándote en la pared y tambaleándote como un borracho retrocedes al centro del cuarto. Abres la tapa de la pistolera, ajustas el cinto de la espada para desenvainarla, bajas la visera, y con los pies bien plantados apoyas la culata de la metralleta en la cadera, y en cuanto los primeros infectados forcejean por meterse por el hueco, disparas.

¿CONTINUARÁ?
Última edición por El Analandés el 10-Ago-2016, 23:42, editado 2 veces en total.
Heinrich
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por Heinrich »

Un giro de los acontecimientos digno de mis partidas :smt041.

Hablando en serio, menuda putada. ¿Cuáles eran las posibilidades de que los infectados subnormales mandaran de vuelta la granada? Cualquiera diría que se pelearían por ella como los pigmeos zombies de la Momia 2. En fin, se ve que actualmente los preparan mejor, educación ex soviética y todo eso. Al menos, ahora, la estrategia es fácil de determinar. Aún así, es posible sobrevivir. La PPSH proporciona unas cuantas decenas de balas, y con unos infectados tarados intentando entrar por un hueco estrecho será imposible fallar. La escopeta está al lado y cargada; queda la pistola. Incluso la espada puede servir para matar a uno o dos (como lleguen vivos más será muy dificil). Y, si la lucha lleva a Z. a un armario, tiene un cuchillo.

Me da pena el pobre Boris, que era buen chaval pese a ser el secuaz de uno de los peores engendros psicópatas mengelianos de la historia moderna y tener una estética sospechosamente skinhead. Pero la culpa ha sido vuestra. La próxima vez que arrojes una granada a un reducto con enemigos, utiliza el método de aseguramiento del tiro japonés (min 4:05):

https://www.youtube.com/watch?v=fuUR95-o_fw
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Los infectados entran en tromba como la multitud en la apertura del primer día de las rebajas para verse frenados en seco por una lluvia de plomo. La metralleta baila en tus manos y a su compás bailan los cuerpos al ser golpeados por las balas, que traspasan a los primeros y alcanzan a los que estaban detrás. En un par de segundos una decena de cuerpos acribillados y sangrantes se amontonan en el umbral de la puerta, dentro de la habitación y en el pasillo, alguno que ha caído de espaldas contra la pared deja un rastro de sangre debajo de los agujeros de bala.

Dejas de disparar una fracción de segundo después al comprender, sorprendido y aliviado, que no entran más. ¿Has acabado con todos? Unos segundos más tarde oyes movimientos y ves cómo un par de cuerpos son retirados al ser arrastrados desde fuera de tu vista. Con inquietud te das cuenta de que quedan más, y que esos tipos conservan suficiente instinto de autoconservación para no exponerse a tu fuego, lo que si bien es bueno, porque demuestra que son capaces de sentir miedo, también es malo porque demuestra que no son zombis descerebrados.

Oyes gruñidos y sonidos guturales, gemidos de dolor y ves como alguno incluso se asoma para mirar por la rendija, pero te contienes y no disparas.

Esperas un minuto o dos en tensión, sin atreverte a cambiar el cargador medio vacío. Comprendes que ellos se han dado cuenta de que estás acorralado y simplemente esperan a que intentes salir para echarse encima de ti cuando pases por la puerta.

Hace calor y a través de la claraboya el sol te da de lleno. Oyes un gemido de dolor más cercano y miras a Boris caído en el suelo, que se agita débilmente. Sigue vivo, o al menos aún respira, pero no puedes agacharte a ver como está porque podrían aprovechar la distracción para echarse encima. Te pesa mucho el chaleco, la armadura y sostener la metralleta. Retrocedes y apoyas la espalda en la pared. Echas un vistazo de reojo por la ventana, para ver si podrías descender trepando, pero no hay asideros.

No puedes quedarte aquí. Cuando Yurr sepa que estás acorralado aquí, podrá acabar contigo simplemente enviando a alguien por el tejado para que tire granadas o dinamita por la claraboya rota. O igual tienen lanzacohetes. Te acuerdas que viste unos embalajes tubulares.

Antes has disparado a través de las puertas, decides probar suerte con las paredes. Disparas una corta ráfaga contra el tabique a la derecha de la puerta, el lado de las bisagras donde termina el pasillo. Tu ardid se ve recompensado al caer un cuerpo de bruces frente al umbral de la puerta. Otro infectado en ese lado huye y pasa a la carrera pasando por delante del umbral, pero no te da tiempo a apuntarle. Consideras disparar otra ráfaga a lo largo de la otra pared, pero decides no malgastar balas. Sin duda los otros se han agachado o echado al suelo al ver los disparos atravesar la pared. Vacilas. Igual están esperando a oír que te has quedado sin balas para entrar. Sientes angustia. El tambor está casi vacío. ¿Te arriesgas a cambiarlo?

Boris vuelve a gemir, más debilmente. Sangra mucho. De repente oyes ruidos en el pasillo. Más gruñidos. Ruido de pasos. Sonido como de papel al rasgarse. ¿Llegan más? Te desplazas de lado, te agachas y sin soltar la metralleta con la mano libre alcanzas la escopeta para poder cogerla si entran mientras recargas. Te vas a arriesgar a cargar el último tambor tratando de no hacer ruido.

Mientras te sueltas la mochila y hurgas en ella, muy despacio y con el corazón latiendo aceleradamente, sigues oyendo ruidos en el pasillo ¿Qué están haciendo? La corriente de aire ascendente se llevado el humo de la explosión y luego el de los disparos, por lo que tardas un poco en darte cuenta de que sale humo del pasillo y entra en la habitación arrastrado por la corriente.

Tu inquietud aumenta. ¿Las granadas han provocado un incendio? ¿Está ardiendo la alfombra, o el papel de las paredes? Claro que si hay fuego, los infectados tendrán que irse. Quizás deberías salir a la carrera ahora, antes de que el incendio vaya a más. Pero, ¿vas a dejar a Boris aquí para que se abrase? Tienes la boca reseca. Insertas el cargador y tiras de la palanca de armado con un chasquido que resuena con estruendo en el silencio.

Te estás incorporando cuando de repente y botando y rodando, ves una masa en llamas entrar en la habitación y detenerse al topar con los muebles de la barricada. Estupefacto ves cómo se trata del cesto de mimbre de la colada, que los infectados han rellenado de papel pintado arrancado de las paredes y ropa, y al que han pegado fuego. Tu primera preocupación es que tratan de asfixiarte con el humo, pero con la ventilación que tienes por la claraboya rota y la ventana, piensas que de eso no tienes que preocuparte y que es sólo un truco para que te pongas nervioso, no pierdas la cabeza, te dices. Te quedas mirando hipnotizado las llamas y tardas algunos segundos en darte cuenta que el cesto y su contenido arde con furia y que está prendiendo en las ropas de los muertos y en el barniz de la cómoda. ¡Te vas a quemar vivo!
Última edición por El Analandés el 12-Ago-2016, 9:21, editado 1 vez en total.
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Corres y atraviesas las puertas batientes del cuarto de baño. Afortunadamente, el gusto por las antigüedades en la decoración no se extiende al baño, que además de la grifería cuenta con una manguera de ducha. Abres los grifos al máximo y estiras todo lo que puedes la manguera para sacarla por la puerta.

Aunque la presión es buena, el teléfono difusor de la ducha hace que salgan chorros muy finos, y el ángulo te impide regar bien el fuego, así que no pierdes tiempo en desenroscarlo y desenvainas la espada para cortar de un tajo el extremo de la manguera. Con el chorro resultante combates a tu nuevo enemigo: el fuego.

Recordando lo que sabes sobre incendios, en vez de arrojar el agua sobre el cesto ardiente, empapas el papel pintado de la pared y la preciosa cómoda del siglo XVIII, acribillada por la metralla, para impedir que el fuego se extienda, pues la laca y el barniz son muy inflamables y ya empezaron a arder. Con el chorro de agua mojas todo en derredor del foco de fuego, la masa llameante de papel, paja y ropa, que arde con un denso humo y un hedor desagradable, al que contribuye la ropa, la piel y el pelo de los cadáveres que yacen en el suelo, bajo el cesto. El agua forma charcos en el parqué que diluyen la sangre. Una vez limitada o al menos retardada la expansión del fuego. Ahora riegas el cesto, sofocando las llamas con un siseo , el papel y el mimbre se han consumido mayormente, y al absorber el agua, la ropa deja de arder. El denso humo te hace llorar y justo entonces los infectados se han acabado por dar cuenta de lo que estás haciendo y entran mientras estás ocupado. Sueltas la manguera y te lanzas a por la metralleta que has dejado en el suelo.

CONTINUARÁ
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Re: La sangre de los zombis

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¡Demasiado tarde! Das dos pasos pero media docena de infectados entran en la habitación y un par de ellos se interponen entre ti y las armas que dejaste en el suelo. No tienes agilidad para regatearlos y retrocedes, uno te lanza un golpe con una estaca pero resbala en el charco de agua que sale de la manguera y falla. El otro, desarmado, se detiene a coger como arma el atizador de la chimenea. Los que les siguen forman una línea y se preparan para lanzarse a por ti, como una manada de lobos.

Esos segundos preciosos que has ganado te permiten desenfundar la pistola y disparar cuando cargan, tienes tiempo de meterle dos tiros a uno en el vientre y otras dos balas en el pecho a otro que caen fulminados, antes de que los demás empiecen a apalearte, un golpe con el atizador te arranca la pistola de la mano, que cae al suelo y se dispara sola sin alcanzar a nadie, y tratas de protegerte con los guanteletes de los palos que te llueven sobre el casco y los hombros, tropiezas con la manguera de la ducha y caes en el suelo encharcado.

Suena un disparo de escopeta. Otro. Dos infectados caen, alcanzados en la espalda y en la parte de atrás de la cabeza. Sorprendidos, los otros dejan de pegarte y se vuelven. Ves como el malherido Boris, reanimado por el agua que le ha empapado tendido en el suelo, se ha arrastrado y ha cogido la escopeta. Agotado por el esfuerzo, se desmaya, y la escopeta cae de sus manos.

La distracción te da tiempo para agarrar la espada que habías dejado en el suelo tras cortar la manguera y deslizando la hoja como si cortaras jamón le haces un profundo corte en la corva a uno de tus oponentes que cae de bruces llevándose la mano a la pierna herida. Antes de que puedan reaccionar, ya te has puesto de rodillas y empujas con la espada hacia arriba clavándosela en la ingle al que tienes más cerca. Este cae y por su propio peso se clava dos palmos más de acero en las entrañas, antes de caer de costado al suelo, arrastrando la espada.

Mientras te esfuerzas por incorporarte, te cubres con los brazos de los golpes que te da el otro con el atizador, que te golpean en el casco. Es como tener la cabeza dentro de un tambor de lata, no te hacen daño pero aturden. Cuando un golpe te impacta en la base del cuello, contra la gola, te aferras a su brazo y te cuelgas de él. Tu adversario trata de alzar el atizador y soltarse, y su impulso te ayuda a ponerte en pie. Trastabilláis intentando mantener el equilibrio y cuando te sueltas y os separais, alzas los brazos y comienzas a aporrearle desde arriba con tus puños de hierro. Aturdido y dolorido, el infectado trata de protegerse la cara alzando las manos y al tropezar con un cuerpo caído se tambalea, lo que aprovechas para darle un empujón y se cae de espaldas salpicando en el charco de agua sanguinolenta.

Sin otra arma a la vista te vuelves a por la espada. El tipo desjarretado, se incorpora sobre un codo. Lleno de furia, le pegas una brutal patada en la cabeza, que a pesar de la gruesa zapatilla el golpe te lastima los dedos del pie, y cuando cae rodando de espaldas, le pegas un pisotón en el cuello, como quien aplasta una cucaracha. Si no le has roto el cuello al menos sí la tráquea, pero no te quedas a contemplar los estertores de agonía si no que te vuelves a sacar la espada del ensartado. Te agachas, coges la empuñadura y la levantas como si fuera una palanca, agrandando la herida, apartas la vista para no ver cómo salen los intestinos de la herida.

Blandiendo la espada vuelves a por el tipo del atizador, que ya se ha incorporado y vuelve a la carga. Chapoteando y tratando de evitar tropezar con los cuerpos y objetos caídos por el suelo, dais un par de pasos laterales, como dos duelistas, buscando una abertura, mientras os amenazáis con la punta de las armas, hierro contra acero.

Decides no intentar imitar la esgrima de las películas. No estás blandiendo un florete, e intentar parar la barra de hierro sólo servirá para mellar la hoja. Aparte estás demasiado cansado para blandir la espada con fuerza y dar tajos, por lo que decides atacar con la punta, y parar su golpe desde arriba con el brazo izquierdo, fiado en la protección de tu armadura.

Bajas la guardia e incitas al infectado a atacar. Tal como esperabas carga blandiendo el atizador en alto y paras el golpe descendente con el guantelete, aunque la fuerza del impacto es tal que acaba rebotando en tu yelmo, pero eso ya carece de importancia, porque tu estocada se ha clavado bajo las costillas, y llevado de su impulso la punta de la hoja asoma por su espalda. Das un paso atrás y la hoja se desliza fuera de la herida. El infectado se tambalea mientras la vida se le va a borbotones por la herida, todavía antes de desplomarse intenta darte un par de débiles golpes, que esquivas simplemente retrocediendo fuera de su alcance.

Cuando cae, aprovechas para degollar al destripado, que aún respira, y limpias la espada en las cortinas. Quieres ir a ver como está Boris, pero te detienes al ver el agua que no para de manar encharcándolo todo y mezclándose con la sangre, ¡la sangre de los infectados!

Sobrecogido por el temor al contagio, e intentando evitar los charcos de sangre como si fueran de lava, vas hasta el baño y cierras los grifos. Se hace un silencio mortal, sólo roto por los estertores de Boris.
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Aunque sientes el impulso de acudir en ayuda de Boris, recuerdas el proverbio samurai "Después de la victoria ¡apriétate bien las correas del casco!".
Pisas por encima de los cadáveres para mirar la carnicería en el corredor. Hay alguno que todavía se debate pero no parece que vayan a ir a ninguna parte, salvo el otro mundo. Bien. Lo primero son las armas. Envainas la espada y recoges del charco de agua rojiza la pistola y la metralleta, manteniéndolas bien apartadas del cuerpo vas al baño y las pones bajo el chorro del agua del grifo de la bañera para limpiarlas bien de cualquier rastro de sangre infectada. No te preocupa que se mojen, los casquillos modernos son estancos, y sabes que las armas rusas pueden soportar un trato bastante más duro que un poco de agua. Aunque en realidad sólo estás tratando de mantenerte ocupado para no pensar en la terrible pregunta, ¿me habré contagiado?

Te quitas el almete con un movimiento que ya es rutina, bebes agua a morro y te miras en el espejo del lavabo. Aparte de la herida de la astilla del brazo, que restañas con papel higiénico, parece que no tienes ninguna otra herida. Tampoco te ha salpicado sangre de los infectados que has matado. Miras tus botas de baloncesto. Al chapotear en agua limpia se ha limpiado la sangre que tuvieras en las suelas, de todas formas te quitas las zapatillas con más precauciones que si hubieras pisado una mierda de perro especialmente asquerosa y las limpias con agua. Lo que te preocupa son las heridas de las rodillas. Los vendajes se te han mojado al caer en el charco, pero te dices a ti mismo que estabas al lado de la manguera y que el agua se llevaba la sangre lejos de ti.

Suspiras y te lo tomas con fatalismo. Aunque estás contento y aliviado con esta victoria sabes que de todas formas lo más probable es que te maten, ¿para qué preocuparse con el contagio? Con cualquier herida abierta, cualquier rasguño, te podrías infectar sin darte cuenta, con cualquier salpicadura de sangre infectada de las decenas de personas que has matado. Decenas. Contemplas pensativa tu reflejo en el espejo, pero no ves el rostro de un asesino. Sólo el rostro enflaquecido y barbudo de un náufrago. Un superviviente...

La voz de Boris te saca de tu ensimismamiento. Recoges la metralleta por si acaso y vas a ver cómo está.
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Re: La sangre de los zombis

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La verdad es que no querías acercarte a Boris antes porque te temes lo peor y te da miedo mirar. Sabes que si no se mueve es que está muy mal. Aparte, ¿qué vas a hacer con él? Necesita un hospital, y todo lo que puedes hacer por él es pegarle el tiro de gracia. Te has tomado tu tiempo porque esperabas que palmara entretanto y te ahorrara el mal trago. Sintiendo culpabilidad por estos pensamientos te acercas. Al menos no se ha contagiado, ya sea por el desnivel del piso o porque éste se ha combado bajo el peso de los muebles de la barricada y la montonera de cadáveres, el agua se ha llevado la sangre contaminada hacia la puerta.

Cuando te acercas las heridas no parecen tan graves, a pesar de tener todo un costado de la cabeza a los pies lleno de heridas de metralla y quemaduras, no hay tanta sangre. Sientes esperanza y preocupación. Lo pones boca arriba, y ves que está muy pálido y tiene los labios azulados, comprendes que está desangrándose por hemorragia interna, observas cómo la sangre sale por la comisura de sus labios. Te coge los brazos, y te mira con ojos suplicantes. Boris dice algo en un idioma eslavo que no comprendes, antes de pasar al inglés.

Español... está en tus manos ahora —susurra lentamente, tosiendo con dolor—. Otto ha muerto. Gregor ha muerto. Tienes que detener a Gingrich Yurr. ¡Tienes que matarlos a todos!

Boris expira y sus ojos se cierran lentamente. Te suelta los brazos y cae. No parece que haya nada que puedas hacer por él.
¿Qué quiso decir? ¿Matar a Yurr y sus cómplices? Como si necesitaras que te lo dijeran ¿A los infectados para que no se extienda una epidemia? ¿Será posible que ese monstruo de Yurr los suelte para propagar la enfermedad?

Meneas la cabeza con tristeza. ¿Por qué sientes pena? No le conocías de nada. Era un cabrón que trabajaba para un demente asesino de masas. Pero también él, y Gregor, su compañero, te ayudaron y te salvaron la vida al dejarte armas y sabotear las trampas. No habrías podido con todos esos malditos infectos si no te hubiera ayudado. Desde luego que no era trigo limpio, pero recuerdas algo que leíste en un libro:
"una buena muerte honra toda una vida."

Déjate de sentimentalismos, te dices, concéntrate en la supervivencia ¿cómo vas a salir de aquí?
Última edición por El Analandés el 26-Ago-2016, 21:08, editado 1 vez en total.
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Piensas en cubrir el cuerpo de Boris con algo como mortaja, pero no hay nada.. ¡un momento! ¡las cortinas! Antes las pasaste por alto hasta que limpiaste la sangre de la espada en ellas, distraído. Pero a lo mejor puedes atarlas a las sábanas y con eso podrás bajar más y saltar el resto, que caerás en blando. Claro que están un poco agujereadas por la metralla.

Anudas una cortina y entonces te acuerdas de las noticias de sucesos sobre la gente que se descuelga de una ventana con sábanas. Generalmente o se sueltan y se caen, o se rompe la soga. No aguantará tu peso, pero entonces, ¿cómo se explica que haya presos que escapan de la cárcel así? Mientras piensas dejas caer la soga improvisada por la ventana. Entonces te detienes, claro, los presos no se limitarán a empalmar sábanas, las cortan en tiras, pero entonces, ¿no debería romperse una tira de tela con más facilidad que una sábana entera? ¡Claro!, las trenzan como si se tratara de una cuerda, para que resistan más. ¿Puedes hacer tú lo mismo?

Te detienes al asomarte a la ventana y ver lo alto que estás y desechas la idea. Al contrario que un preso, a ti no te sobra el tiempo. Sigue siendo probable que se rompa, y con lo cansado que estás no vas a ser capaz de repetir la proeza de bajar por la cuerda. Te caerás, o corres el riesgo de que Yurr se asome por una ventana y te dispare. Tendrás que bajar por las escaleras. Claro que al menos la soga y el colchón de abajo pueden servir de señuelo y a lo mejor piensan que has bajado por ahí y pierden tiempo buscándote.

Te retiras al baño el único sitio donde te puedes sentar y usar el lavabo como mesa, para rellenar los cargadores y prepararte para el siguiente asalto. Estás muy cansado y tienes que aligerar peso. A pesar de tu renuencia a desprenderte de la recortada, pesa demasiado y no te sirve de nada si viene un grupo numeroso. Aparte de que los cartuchos de perdigones que quedan sólo son eficaces a corta distancia. La arrojas por la ventana para que si vienen a investigar, refuerce la idea que has bajado por la soga y has abandonado el arma. Vas a tirar también la bolsa de costado con los cartuchos, pero te detienes. Sueltas la correa, la usarás para llevar la metralleta colgada y así no tener que soltarla cuando necesites las manos libres.

Rellenas el cargador de la pistola y el tambor que has usado, hasta cincuenta balas, ya no quedan más.

Vas al armario y coges la bata blanca que has visto. La cortas en tiras con el cuchillo y te cambias los vendajes de las rodillas, que se han mojado por el agua, y te vendas la herida de la astilla en el brazo, empleando más papel higiénico como compresa.

Pensando en cómo se te ha caído la pistola antes, te acercas a Boris y le sacas la bota que está intacta, para sacar el cordón y hacerte un fiador para la pistola, un cordón que pasa por la argolla en la base de la empuñadura y que te atas a la correa del hombro del chaleco, para poder recuperarla rápidamente si te cae.

Así preparado, te acorazas y sales por el pasillo, pisando los muertos y tratando de no pisar los charcos de sangre o los sesos esparcidos. Si antes has matado para sobrevivir, o has rematado a los heridos por compasión pero sintiendo repugnancia, ahora sientes auténtico odio al clavar tu espada en los cuerpos de algunos que todavía tienen un hálito de vida.
Última edición por El Analandés el 11-Ago-2016, 0:30, editado 1 vez en total.
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Actualizo ficha, ya no tienes escopeta ni granadas.

ARMAS y MUNICIÓN 11.57 Kilos

Metralleta PPSh 41 3.63 kilos (colgada del hombro con correa)
2 x tambores 3.64 kilos (71 cartuchos, 1.82 kilos cargado, 0.9 vacío) (1 cargado, 1 en mochila)
1 x tambor con 53 balas (1.59 kilos, 1 en mochila )

Pistola Tula Tokarev TT-33 fabricada en Romania (0.85 K) (en su funda, con cordón)
2 cargadores (8 balas) 0.36K (0.18 K cargado 76 gr vacío cada uno, uno cargado, otro en la pistolera)

Espada medieval afilada, 1.5 kilos, con vaina y cinturón, sujeta al costado izquierdo.

ARMADURA 12 kilos
chaleco antibalístico con placas de titanio (protege pecho y abdomen) 7 kilos
- Partes armadura medieval milanesa siglo XV
Almete (protege cabeza, cara y cuello, con visor) 2.5 kilos con agujero de bala de entrada y salida
Guanteletes (protegen manos y antebrazos hasta el codo, 2.5 kilos

ROPA PUESTA 1.5 kilos
Pantalones de vestir viejos 0.5 k (rotos en las rodillas)
Camiseta 0.1
Zapatillas deportivas (0.8 k el par)
Reloj pulsera 0.05

- Vendajes en muñecas, rodillas, muslo derecho, brazo izquierdo

CINTO Y BOLSA 0.75 kilos.
- Cinturón con pistolera 0.55
- Manojo de llaves numeradas 1 al 9 (0.2)

MOCHILA 1.5 KILOS
-Mochila (vacía 0.5) contenido:
2 Tambores metralleta
Sudadera 0.5
Camisa invierno manga larga 0.25
Botella de agua de plástico 0.5 litros ( 0.5 kilos llena)

-surtido objetos: (0.25)
Cajetilla de cerillas
rotulador acetato grueso, negro
dos lápices HB
lupa
papel con el número de combinación
cortaplumas 0.05,

TOTAL CARGA: 25.82 KILOS
ARMAS Y MUNICIÓN 11.57 kilos
ARMADURA 12 kilos
ROPA 1.5 kilos
CINTO Y BOLSA 0.75 kilos.
MOCHILA 2.0 kilos


PUNTOS FATIGA ACTUALES -5(- 5% penalización tareas físicas) ( a pesar de aligerar lastre, está muy cansado por las pruebas superadas)

PUNTOS DE VIDA: Diversas contusiones, abrasiones, arañazos y quemaduras leves. Dos heridas de metralla inciso punzantes en muslo y brazo. Pronóstico leve.


Infectados muertos: 72

5 x apuñalados con destornillador
1 x estrangulado
18 x muertos a tiros de pistola (64 balas gastadas)
17 x muertos a tiros de escopeta (24 cartuchos gastados) + 4 muertos por Boris
3 x rematados a cuchillo
7 x volados con granadas
18 x acribillados con metralleta
3 x espada

17 x perros infectados (acribillados con la metralleta )
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

COMENTARIO

Mañana responderé a Heinrich y comentaré la jugada. Siempre que sigas vivo, estás haciendo las cosas bien, pero hemos cometido errores y tenido mala suerte en algunas cosas.

DECISIONES

He dejado la escopeta con harto dolor y sentimiento porque vas demasiado cargado y la armadura no puedes prescindir de ella. También se me ha olvidado el cuchillo.

7

En mitad del pasillo, observas que hay un palo de madera en un soporte. Tiene un pequeño garfio en uno de sus extremos; parece una palanca. Observas una trampilla. Al final del pasillo hay un ascensor con puertas de metal pulido. Si quieres abrir la trampilla con la palanca, pasa al 146. Si prefieres usar el ascensor, sigue en el 367.
Heinrich
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por Heinrich »

¡Te has quedado a gusto! Dejando aparte la trágica muerte de Boris (aquí igual Z. podría haberlo confortado algo, coño, fingir al menos de cara al lector que no es un psicópata redomado), sobrevivir a la experiencia no ha sido poco. Dudo que queden muchos más infectados en el castillo. Ahora el enemigo son seres humanos cuya única enfermedad es mental.

En este caso, la verdad es que no sé qué decidir. El ascensor lo pueden escuchar desplazarse los enemigos; en cuanto a la trampilla, seguramente lleve a algún sótano, y por tanto, no a una salida. Además, el que pase por el pasillo va a saber que ha sido abierta (el palo falta o está tirado en el suelo), y que probablemente haya alguien arriba, así que tampoco serviría para tender una emboscada desde arriba a los enemigos de Z.. En fin, yo optaría por el ascensor tras dejar la trampilla abierta para despistar y ganar tiempo.
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Hoy estoy cansado y no tengo tiempo de comentar la última jugada ni de contestar a Heinrich, pero prometo hacerlo mañana, así que seguiremos con la historia para avanzar un poco la trama.

El párrafo está mal escrito, no entendía dónde estaba la trampilla y creía como tú que estaba en el suelo, lo que no tenía ningún sentido, porque sería un túnel descendente. :smt017

Ahora caigo en la cuenta que está en el techo, y el palo con gancho es para bajarla. Debe tratarse de una trampilla de acceso a la buhardilla.

Lo de encontrarme un ascensor sí que no me lo esperaba, siendo lógicos lo más probable es que esté bloqueado o que la salida en la planta baja está vigilada.

Subir al desván no parece lógico si lo que quieres es bajar, pero quizá puedas pasar por ahí al otro ala del edificio, la norte, aunque sea saliendo otra vez al tejado. Además, si subes la escalera y cierras la trampilla, si vienen más infectados o enemigos, no podrán subir, o quizá ni se den cuenta de que te has metido ahí dentro.
Por si acaso vas a mirar, si no hay salida, pruebas con el ascensor y que sea lo que Dios quiera. Las escaleras también están vigiladas e igual no se esperan que bajes con el ascensor. Mmm, te parece recordar que John McClane en "La jungla de cristal" sorprendía a los terroristas subiéndose al techo del ascensor y ocultándose ahí. ¡Eso harás!

Ah, sobre los enemigos. Por experiencia anterior y el tamaño de este sitio, debe haber en torno a cincuenta infectados encerrados en cada ala, y te has cargado aproximadamente la mitad. Yo no contaría con que esta parte del edificio esté limpia de enemigos. Y todavía quedaría otro centenar de infectados en el resto del castillo. Nos quedan 200 balas.
Última edición por El Analandés el 11-Ago-2016, 23:04, editado 1 vez en total.
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

116
Guías la palanca hasta el anillo metálico de la trampilla. Entonces tiras fuerte hasta que la puerta se abre, revelando una escalerilla metálica : está fijada dentro de la propia trampilla. Si quieres usar el garfio para alcanzarla, pasa al 112. Si prefieres dirigirte al ascensor que hay al final del pasillo, ve al 367.

112
Subes la escalerilla despacio, hasta que tu cabeza choca con la tapa de la trampilla. Echas un vistazo; es un desván. La oscuridad del cuarto es atravesada por varios haces de luz, que se cuelan a través de las grietas del tejado. Hay un interruptor a tu lado, y enseguida lo enciendes.(vaya, acabo de darme cuenta de que no tenemos una linterna) El viejo suelo de madera está repleto de cajas, maletas antiguas, muebles y otros objetos que ya nadie quería, todo cubierto por una gruesa capa de polvo. Si quieres subir al desván, pasa al 46. Si por el contrario prefieres bajar de la escalerilla y dirigirte al ascensor que se encuentra al final del pasillo, ve al 367

Nota para Heinrich: Z. no sería atiquense :smt003 si no entrara a mirar en el ático.

Ahora en serio, no hay ventanas por lo que no hay salida. Está todo cubierto de polvo, por lo que aquí Yurr y sus secuaces no han estado, por lo que tampoco habrá nada de utilidad. Tú decides.
El Analandés
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COMENTARIOS A LA PARTIDA
Heinrich escribió:Un giro de los acontecimientos digno de mis partidas :smt041.
Gracias, pero no tengo ningún mérito, no es intencionado. Es a donde nos llevan los hados y los dados.
Hablando en serio, menuda putada. ¿Cuáles eran las posibilidades de que los infectados subnormales mandaran de vuelta la granada?
Livingstone es un cabrón. Encuentras muchas granadas y son la única opción para acabar con grandes grupos, pero también te pueden estallar en la cara, cosa por otra parte bastante realista, jugar con explosivos es peligroso.

La bomba de mano era el arma favorita de muchos infantes en las guerras mundiales y la española, porque puedes acabar con varios enemigos de golpe, no es tan difícil como hacer puntería con un fusil, y sobre todo, no tienes que exponerte para usarla. Es lo que echo de menos en los juegos FPS, tipo Doom y CounterStrike que no hay granadas, o al menos no en la cantidad que me gustaría.

Cuando estás en el pasillo, hay posibilidades de que un zombi coja la granada y te la devuelva, que he ignorado porque es absurdo, una granada es como una piedra, no es una pelota.

Si te encierras en la habitación y tiras una granada al otro lado de la puerta, sí que hay posibilidades de que te la devuelvan, los infectos no son tontos, saben que esas cosas hacen ¡pumba!, y pegarle una patada es un acto reflejo.

He pensado que ya que el texto daba la opción, a mí no se me ocurrió, la idea fuera de Boris. Evidentemente por sus pintas (cabeza rapada, botas militares) y la historia previa que he imaginado, tiene experiencia militar, aunque sólo sea porque el servicio militar era obligatorio en los países del Este, y algo sabe de explosivos. Que la granada te la devolvieran fue una sorpresa, y eso que es bien sabido que hay que contar un par de segundos antes de arrojarla para que no pase eso. El resto ya es simulación de los efectos de la granada. Creí que se acababa la aventura, pues según la wiki

https://es.wikipedia.org/wiki/RGD-5

Las víctimas atrapadas dentro del radio de detonación de 3 m mueren o son severamente heridas.

Aunque el chaleco y el casco te protegen de la metralla, las heridas en las piernas te habrían incapacitado. Pero luego me acordé de la barricada, al haber un mueble de gruesa madera enmedio y estar en un espacio abierto, te has salvado, así fue como Hitler sobrevivió al atentado. Z. se salva de las explosiones no por suerte, si no porque no le dan de lleno, y está bien protegido.

Sigue siendo una putada porque esperaba contar con Boris en la partida , aunque como es norma, en el librojuego está sentenciado. Es una de las cosas negativas de los librojuegos, que a veces encuentras un aliado, pero duran menos que los compañeros de Harry el Sucio.

Boris nos habría sido muy útil al conocer el castillo y porque nos sobran armas y entre dos más fácil acabar con los enemigos. La verdad es que la mayoría de las aventuras de librojuegos son difíciles para un sólo personaje a menos que sea hábil en combate y vaya bien protegido, y serían más fáciles de jugar con un grupo de dos o tres personajes. Yo pensaba hacer caso omiso del texto y que Boris no tenía necesariamente que morir, por lo que crearía una hoja de personaje con sus características, pero no hubo suerte.

En fin, se ve que actualmente los preparan mejor, educación ex soviética y todo eso
Esto es broma pero sin querer has acertado. Lo aterrador de estos infectados es que no son cadáveres reanimados como los zombis clásicos ni locos frenéticos como los de "28 días después" si no personas normales, muy agresivas, con las funciones cerebrales más elevadas dañadas, no son capaces de hablar, razonar, o hacer tareas complejas, pero conservan en parte la memoria y algunas facultades y habilidades.

Como se ha visto antes, cuando están en un grupo numeroso actúan al impulso de la masa. Cuando tienen tiempo de pensar (es un decir), actúan con astucia primitiva, no se exponen al fuego, tratan de encontrar una forma de atacarte que no sea la carga en masa, o usan tretas. La verdad es que mejor les habría ido si hubiesen entrado todos en tromba en la habitación, uno tras otro, y te habrían arrollado, pero por la puerta no caben todos, y entienden cuándo les están disparando y no son del todo suicidas, por eso los que se quedaron atrás son los menos impulsivos y los que conservan algún resto de raciocinio. Como los infectados son hombres y refugiados ( en el peor y actual sentido de la palabra) de las guerras de los Balcanes, como señalas, pues gracias a la educación comunista tendrán recuerdos de su instrucción militar y son capaces de tácticas rudimentarias.

A mí me preocupaba que las granadas causaran un incendio, auqnue no son particularmente incendiarias, no explotan con bolas de fuego como las películas, chamuscan un poco el punto de impacto y ya. Supuestamente los textiles modernos se fabrican para que si no son ignífugos, al menos sean retardantes, que no prendan con facilidad, por lo que descarté que la alfombra se quemara. Otra cosa es el papel pintado de las paredes, que si es antiguo arde que da gusto, y si estamos en verano está seco y las esquirlas de metal al rojo pueden prenderlo. La posibilidad de un incendio es real, después de todo antes de la iluminación eléctrica y los radiadores, los castillos y palacios tenían incendios a menudo. Pero decidí que la posibilidad era remota, se quema un poco en derredor y ya está.

Pero hallándonos en ese impasse, ellos no pueden entrar, tú no te atreves a salir, se me ocurrió que si unos homínidos sin evolucionar eran capaces de usar el fuego como arma, a estos infectados podrían ver las llamas del papel que se quema y tener esa idea. El cesto de la ropa, un elemento de atrezzo, se convierte en un arma.


Tras haber resuelto el problema desde el punto de vista del atacante, y pasar al del defensor, esto es nuestro protagonista, me quedé pensando perplejo, ¿y ahora qué hago? Primero me dije, bueno, ha sido una idea ingeniosa, pero en realidad no les va a servir para nada, no tienes que preocuparte por el humo que es el peligro mayor en los incendios. Luego me acordé de una obviedad, el fuego quema. Y de otra más: el agua moja, y una cosa lleva a la otra. Lo que hizo el combate mucho más interesante que otro ejercicio de tiro al blanco.

Otro problema añadido es la acumulación de tantos cadáveres en tan poco espacio y los charcos de sangre contaminada por tantas partes. Vale que esto no es "28 días después" que una sola gota te contagia, y además instantáneamente. Tampoco es el virus del Ébola, pero con tantos muertos amontonados, es como pasear por un picadero de drogadictos en chanclas de playa.
Última edición por El Analandés el 12-Ago-2016, 12:53, editado 2 veces en total.
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Re: La sangre de los zombis

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Análisis táctico:

Seguir acarreando la escopeta y sus cartuchos ha sido un error. Pesa mucho, los perdigones para pájaros son sólo eficaces a muy corta distancia. Al menos Boris te ayudó cargándose a cuatro, sobre todo a los dos últimos cuando ya estabas en el cuerpo a cuerpo y con las posibilidades en contra.

No sólo el peso, si hubieras llevado la metralleta lista en las manos, en vez de la escopeta, te podrías haber ahorrado todo esto y Boris seguiría vivo. En el pasillo estrecho y con todos los infectados agrupados, los barrerías a ráfagas. Tirarles granadas fue un recurso desesperado y no muy eficaz, y la última hirió de muerte a Boris y por poco nos mata. Te queda la sensación de haberlas malgastado, cuando deberías haberlas usado para limpiar habitaciones.

Acorralado en el dormitorio cometiste otro error al apagar el fuego. No sueltes nunca el arma, y si tienes que hacerlo, déjala a mano. Con la pistola tuviste suerte, de cuatro tiros, dos fueron impactos mortales. La espada es pesada pero tiene su utilidad y es bastante mejor que un cuchillo. No estoy seguro de cuál es más eficaz como arma de último recurso. La pistola es más fácil de usar, pero salvo a corta distancia tu puntería es pésima, y parece que no, pero gasta munición y tienes que pegarles de media un par de tiros en el tronco para tumbarlos por lo que enseguida se vacía el cargador y es harto difícil recargarla cuando estás metido en una pelea. Con suerte consigues tumbar a un par de enemigos antes de que se te echen encima. La espada, si tuvieras más fuerza y no estuvieras cansado podrías pegar verdaderos tajos que incapaciten al enemigo de un sólo golpe, lo que cuenta es la fuerza, no el filo, pero ha demostrado ser útil y siempre puedes herir con la punta, que cansa menos y clavando una estocada tienes más posibilidades de lograr una herida que incapacite al enemigo. Podrías deshacerte de ellas y librarte del peso, pero estando en un espacio cerrado, hay muchas posibilidades de que nos sorprendan, o se nos echen encima, como ya ha ocurrido, y no sería prudente tener sólo como arma la metralleta, que se puede encasquillar o quedarse sin munición.


Coger el almete, la gola y los guanteletes, y acarrear el chaleco blindado a pesar de su peso ha sido un acierto y te ha salvado la vida varias veces. Igual en vez del chaleco sería mejor haber cogido la coraza de la armadura que pesaría menos y creo que te protegería igual de la metralla, pero hay que contar con el peligro de que nos disparen y el chaleco protege también contra las balas. Además al ser flexible es más facil de quitar y transportar.
Última edición por El Analandés el 12-Ago-2016, 12:54, editado 1 vez en total.
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Psicología en situaciones extremas:

Heinrich escribió:¡Te has quedado a gusto! Dejando aparte la trágica muerte de Boris (aquí igual Z. podría haberlo confortado algo, coño, fingir al menos de cara al lector que no es un psicópata redomado)
Tampoco te pases, ya advertíamos que Z. tiene algunos rasgos de psicopatía. Pero es que una persona sensible y de buen corazón ya estaría muerta. Aunque es verdad, si no he citado ya la frase de Nietzsche:

Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo

que las experiencias de Z. en el encierro y en las últimas horas le han insensibilizado al sufrimiento, y es verdad, se muestra duro, implacable e incluso cruel. Si antes mataba a los infectados por no tener otra elección y remataba a los heridos por compasión, y sentía remordimientos, ahora los mata con odio y saña, porque quiere vivir y estos enfermos quieren matarlo, y no hay fuerza más ciega que el instinto de sobrevivir, por encima de todas las cosas.

Es una historia sombría y trato de ser realista, cuando te ves obligado a matar a decenas de personas para sobrevivir, no es que te vaya a afectar gran cosa la muerte de uno más, de alguien que es un desconocido. A Z. y a cualquiera que esté en una situación de peligro extremo lo primero que le preocupa es salvar su propio pellejo, si no hay seres queridos en peligro contigo, luego si eso, ya vemos si nos preocupamos por alguien más.

Un riesgo omnipresente en esta historia y que resulta más aterrador que el que una turba de locos intente matarte, es el peligro de contagio, la sangre de los infectados significa la muerte. Ya es bastante malo tener que combatir a vida o muerte, el tener que evitar cualquier contacto con la sangre se convierte en una obsesión.

Eso hablando como narrador, ahora el punto de vista de Z. :

El no preocuparse ni poco ni mucho por ver cómo está Boris no es psicopatía, si no cuestión de prioridades. No es ser insensible, si no ser realista, has visto la explosión, sabes que está acabado, no puedes hacer nada por él, no tienes conocimientos ni medios, y aquí aislados y lejos de la civilización no puedes conseguirle atención médica. ¿Qué vas a hacer? Tampoco es agradable estar junto a un moribundo durante sus últimos minutos. Lo único que puedes hacer es darle la pistola para que acabe con sus sufrimientos. Aunque no sea un camarada, también se hace cuesta arriba pegarle el tiro de gracia y preferirías no tener que hacerlo tú.

Tomarte tu tiempo en atenderle no es psicopatía, si no que tienes otras prioridades más urgentes y que esperas a ver si la palma entretanto y te ahorras una experiencia penosa. Un psicópata redomado se habría limitado a pegarle un tiro a Boris ahora que dejó de ser útil, y gracias.

Tampoco es que Boris te importe mucho la verdad. Boris no era un amigo, ni siquiera una buena persona. Él y Gregor eran unos criminales, o cómplices de criminales, que sabían de sobra las atrocidades que se estaban perpetrando, y por cobardía no hicieron nada por evitar. Ni siquiera se atrevían a fugarse.

Y cuando escapaste no te ayudaron, a pesar de que sospechaban que los siguientes en morir podían ser ellos. Podrían haberse fugado contigo, y enseñado cómo salir del sótano por el ascensor, pero no quisieron arriesgarse. Te engañaron para que te marcharas, y te abandonaron a tu suerte. Sólo después de que oyeran disparos y comprendieran que seguías vivo y estabas armado, y que tenías una posibilidad de sobrevivir, decidieron ayudarte de forma encubierta mientras cumplían las órdenes de los matones de Yurr. Boris tuvo la ocasión de unirse a ti, cuando bajó a soltar los perros, aunque estuviera desarmado, pero prefirió cumplir órdenes. En realidad con certeza ni Boris ni Gregor debían pensar que ibas a salir vivo y sólo esperaban que mantuvieras ocupados a los secuaces de Yurr mientras ellos pensaban en escapar.

De hecho eran tan cobardes que ni siquiera se atrevieron a reducirte cuando te encontraste con ellos en el almacén. Ya les vale, dos contra uno y no se atrevieron, bueno, sólo Boris porque Gregor estaba herido, pero Boris era más fuerte que tú y sabía pelear, y no se atrevió contra un tipo como tú que sin ser un cuerpo escombro tampoco tiene ni media hostia. Supones que la sorpresa de que alguien lograra escapar de las celdas y que pudieras vencer a Otto, el carcelero, les hizo pensar que quizá eras algo más que un turista. Eso, y la cara de desesperado que te vieron.

En estas el jefe volvió al castillo. Tratándose de un psicópata paranoico, le debió resultar inconcebible y muy sospechoso que un prisionero lograra escapar de la celda. Que un simple turista encuentre armas, se cargue a docenas de infectados a tiros, y no caiga en las trampas bomba que le ponen es razón suficiente para sospechar de una traición, sobre todo cuando sus esbirros no son de fiar y quizá sospecharan que el jefe pensaba acabar con ellos.

La solución de Yurr es simple, brutal y sádica. Ya que eres duro de pelar, estás armado y por poco matas a Yurr, simplemente suelta a los infectados de las celdas y que se encarguen ellos de ti. En vez de limitarse a pegarles cuatro tiros, como carnaza para que los infectados salgan corriendo en la dirección correcta y con ganas de matar a todo el que pillen, les pone a Boris, Gregor y Otto. Como el carcelero estaba cojo debió ser el primero en caer, luego Gregor, que con la cabeza vendada tampoco sería capaz de grandes esfuerzos, y luego ya pillarían a Boris y a ti.
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Re: La sangre de los zombis

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Volvemos a la aventura

NARRACIÓN
El Analandés escribió:116
Guías la palanca hasta el anillo metálico de la trampilla. Entonces tiras fuerte hasta que la puerta se abre, revelando una escalerilla metálica : está fijada dentro de la propia trampilla. Si quieres usar el garfio para alcanzarla, pasa al 112. Si prefieres dirigirte al ascensor que hay al final del pasillo, ve al 367.

112
Subes la escalerilla despacio, hasta que tu cabeza choca con la tapa de la trampilla. Echas un vistazo; es un desván. La oscuridad del cuarto es atravesada por varios haces de luz, que se cuelan a través de las grietas del tejado. Hay un interruptor a tu lado, y enseguida lo enciendes.(vaya, acabo de darme cuenta de que no tenemos una linterna) El viejo suelo de madera está repleto de cajas, maletas antiguas, muebles y otros objetos que ya nadie quería, todo cubierto por una gruesa capa de polvo. Si quieres subir al desván, pasa al 46. Si por el contrario prefieres bajar de la escalerilla y dirigirte al ascensor que se encuentra al final del pasillo, ve al 367

Nota para Heinrich: Z. no sería atiquense :smt003 si no entrara a mirar en el ático.
.
Echas un vistazo, por si acaso:

Las cajas no contienen nada más que revistas, libros y fotografías antiguas. Hay una imagen de una mujer que parece muy inteligente (nota del narrador: fea, o con gafas, o las dos :smt016 ), con el pelo largo y negro, sentada en la parte delantera de un jet privado. Hay un nombre escrito detrás de la imagen: Theresa Clark. Te preguntas quién puede ser esa mujer y si se habrá infectado. Las maletas están vacías, pero una está llena de disfraces y atrezo. Seguramente esa ropa fue llevada por niños antes de hacerse mayores.

La escalera es como esta

http://www.lacasadelaescalera.com/escal ... ra_pr11592

Bajas , te quitas el chaleco y la armadura para descansar, y reflexionas sobre la situación táctica en la que te encuentras. Pasas de abrir las puertas de este pasillo porque no habrá nada que te interese y lo que quieres es salir de aquí. Al menos no hay infectados en ellas porque este ala estaba habitado porque alguien vive en el dormitorio por el que has estado. De lo que deduces que el ascensor funciona.

Ni te hace falta ir a mirar porque sabes que pasado el ascensor doblando la esquina sólo puede estar la escalera de caracol de la torre noroeste por la que subió Boris perseguido por los infectados. Éstos, dejados a su libre albedrío, naturalmente tenderían a bajar buscando la salida, como te pasó a ti con la primera turba que te encontraste, por eso Durr soltó a Boris y los otros para que hicieran de carnaza y los infectos les persiguieran hacia arriba. Crees que puedes eliminar la posibilidad de que vengan más por la escalera, pero tú tampoco puedes bajar por ella, es demasiado estrecha, peligrosa y seguramente las puertas a los pisos estén cerradas.

Eso sólo deja el ascensor, que estará parado en algún piso por debajo. Ahora bien, la salida en la planta baja estará vigilada. Podrías parar en los pisos intermedios, pero no serviría de nada, La torre del reloj por la que subiste no tenía escalera de bajada. La torre opuesta ya sabes que está bloqueada. Tampoco puedes salir por la ventana del segundo o primer piso y saltar al patio al colchón que tiraste. El enemigo debe tener bajo vigilancia el patio y no quieres arriesgarte a que Yurr o cualquier otro te disparen.

Eliminadas las alternativas sólo te queda el ascensor, pero en cuanto se abran las puertas te fríen a tiros.
¡Maldición! No hay salida. Hasta ahora al menos podías seguir adelante, pero ahora estás atrapado sin salida.

Además, ni siquiera les hace falta esperarte abajo. Te acuerdas de un relato de la Guerra Civil de España sobre los combates en la Ciudad Universitaria en Madrid en 1936. En la lucha piso por piso, en el Hospital Clínico, los de un bando metían bombas de mano en el montacargas de las camillas y lo mandaban para el piso de abajo, para que explotara cuando se abrieran las puertas.

Algo parecido pueden hacer. Tienen armas de guerra, puede que tengan más granadas o alguna mina, o más dinamita y cuando llames al ascensor, te preparan una bomba y explota al abrirse las puertas. Vale, te pones a un lado para que no te pille y después de que estalle, bajas. La caja del ascensor es de acero y seguramente sobreviva a la explosión y siga funcionando. Tampoco pueden meter una carga mucho más fuerte que una granada, ellos también necesitarán el ascensor luego. Y sabes que no les quedan minas, sólo tenían una, de lo contrario habrían puesto más en vez de improvisar con granadas.

Pero eso no resuelve el problema, si bajas en el ascensor, te matarán cuando abras las puertas. Entonces te acuerdas de "La jungla de cristal", hace mucho que viste la película pero recuerdas que McClane se sube al techo del ascensor, porque tienen una escotilla de emergencia en el techo para que los bomberos puedan rescatar a los ocupantes si se queda atrapado entre dos pisos. En los ascensores pequeños de los pisos nunca la has visto y según recuerdas normalmente tienen una rejilla para impedir que rompan las luces, pero este ascensor es grande, como los de los hoteles o centros comerciales. Para que el servicio pueda subir con el carro de la limpieza o de la comida.

Hay la alternativa de forzar las puertas y bajar por el pozo del ascensor. Crees que debería haber una escala de asideros a la pared, pero no estás seguro, eso crees que sólo es en las minas de carbón. Además, cargado como vas y con lo cansado que te encuentras, te sería muy difícil bajar y tienes muchas posibilidades de caer, y tampoco puedes bajar por los cables, que deben estar engrasados. También puede pasar que mientras bajas suban en el ascensor para investigar y te aplaste, o que se limiten a esperar. Al final si llegas abajo sin matarte, tendrás que abrir la escotilal del techo y pasar por la caja del ascensor para salir. Descartada.

Por tanto tienes que bajar por el ascensor, pero subiéndote a lo alto de la caja. Y para ello tienes que alcanzar la escotilla. ¿Cómo llegar al techo que está tan alto? Puedes coger una silla del dormitorio, o alguna caja del desván y subirte a ella. La pega es que cuando se abra el ascensor, los enemigos comprenderán que estás arriba, ellos también ven películas, y dispararán contra el techo.

Entonces te fijas en la escalerilla escamoteable del desván. ¡He aquí la solución! La desmontas, subes con ella, le das al botón de bajada y la subes al techo contigo, cerrando la escotilla. Así los enemigos no sabrán que estás fuera, encima de la caja y con un poco de suerte pensarán que has bajado por otro lado y se marcharán, dejándote vía libre para salir del ascensor. Son muy pocos, Durr , tres matones y los científicos y ayudantes de laboratorio no cuentan. No pueden vigilar las dos salidas, el ascensor y las escaleras a la vez. Y las puertas de la escalera estarán cerradas.

El problema, ¿cómo subes y pulsas el botón? La escalera es larga, si la apoyas fuera del ascensor, o en la rendija entre el piso y el suelo del ascensor, bloqueas las puertas, pulsas el botón, subes arriba, y al recogerla, se cierran las puertas, empieza a bajar y te da tiempo para recoger la escalerilla, es colapsable, de aluminio y pesa poco, y cerrar la escotilla. Son cinco o seis pisos, por lo que debería darte tiempo.

Ahora, ¿cómo la sacas de ahí? Está fijada a la trampilla, y no tienes herramientas. Tendrás que usar la fuerza bruta. Descartas soltar los anclajes porque son muy robustos, ya que tienen que soportar el peso de una persona. Mejor será arrancar la trampilla de sus bisagras y llevarse la escalerilla con la trampilla sujeta. La madera no pesa mucho más y no cambia tu plan. Necesitas algo con lo que hacer palanca. Descartas usar la espada porque se romperá. El palo con gancho tampoco. Miras por el pasillo. Ni las estacas ni los trozos de tubería que llevaban algunos de los infectados te sirven, porque son demasiado gruesos para meterlos por la rendija.

Te acuerdas del atizador de la chimenea con el que un infectado intentó golpearte. Te das un paseo para recogerlo, sorteas los cadáveres del pasillo, pisas los muertos de la entrada otra vez, tratas de no mirar el cuerpo de Boris y recoges el atizador, y lo limpias de sangre contaminada.

Ahora, ¿cómo haces palanca para soltar las bisagras? Desde el piso no llegas. Te arriesgas y subes la escalera y empiezas a hacer palanca, así tu peso sobre la escalera hace fuerza adicional y cuando se suelte una arrancas la otra. Haces palanca con el atizador en una y otra bisagra, para deformarlas y soltar los herrajes. El metal es bastante resistente, pero como el atizador es largo el brazo de la palanca es fuerte, y que la madera de las tablas del suelo del desván está vieja, sumado a tu peso, hace que acabe astillándose y soltándose de un lado, la escalera a la que sujetas se cae torcida y queda colgando de una bisagra deformada. En vez de arriesgarte a subir para terminar el trabajo y arriesgarte a una caída, coges la escalerilla por su extremo y avanzas y retrocedes para hacer torsión. Pronto arrancas la escalera con la puertecita atornillad y cuando cae la sujetas para que no te caiga en los pies.


Satisfecho y esperanzado, acercas la escala al ascensor. También te llevas el atizador, como palanca por si necesitas abrir la puerta del ascensor, y el palo con gancho, porque pesa poco y puede servir para recoger la escalera.

Ahora te vuelves a armar y acorazar y te preparas para llamar al ascensor. Lo ideal sería esperar a lo que pueda venir en el pasillo, con la línea de tiro para rociar de balas el ascensor cuando se abran las puertas, pero no crees que cometan ese error. No tienen cojones para enfrentarse a ti. Lo más probable es que pongan una bomba en el ascensor, así que la mejor posición es doblar la esquina y ponerse en el pasillo que lleva a la escalera, así la onda expansiva y la metralla no te alcanzarán. Decides ponerte en la pared opuesta a la del ascensor para tener mejor ángulo de tiro y así poder disparar dentro del ascensor.


Pulsas el botón de llamada del panel de acero inoxidable que hay al lado de la puerta del ascensor y esperas.
Última edición por El Analandés el 03-Nov-2016, 15:21, editado 1 vez en total.
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

El ascensor llegan y se abren las puertas. Salen siete infectados enloquecidos blandiendo cuchillos de cocina. No es lo que esperabas.

Antes incluso de que salgan todos y te vean ya has abierto fuego. No es un combate, es una ejecución. Disparas desde la cadera una veintena de balas atravesando torsos y extremidades, uno recibe un balazo en la cabeza y deja sus sesos en la pared del ascensor. Los cuerpos se desploman unos sobre otros en grotesco montón. Un par de ellos, que han salido más o menos ilesos al estar en el ángulo muerto de disparo, se abren paso con dificultad pero antes de que logren salir, te has encarado la metralleta, apuntas más arriba y disparas otra corta ráfaga. Caen con impactos en la cabeza y cuello.

Tras el estruendo de la ráfaga, roto sólo por los gemidos de los agonizantes, haces una rápida cuenta de los casquillos caídos en la alfombra. Aunque esto ha sido fácil, compruebas con preocupación que has gastado más de treinta balas, la mitad del tambor. Al menos por ahora estás a salvo, ya que no puede subir ningún enemigo más.

Te quitas el chaleco y el casco y te pones manos a la obra de la macabra tarea de arrastrar sus cuerpos fuera del ascensor antes de que viertan mucha sangre en el suelo y rematar a los que aún se agitan. No puedes limpiar los sesos de la pared por lo que evitas acercarte. Gruñendo y jadeando por el esfuerzo que supone arrastrar decenas de kilos de fiambre, por fin despejas el camino para traer la escalerilla.

Bloqueas la puerta del ascensor con un cuchillo y entonces te das cuenta de un detalle, coges otro cuchillo y te quedas pensativo mientras lo sopesas. No hay dos iguales. Los infectados estaban armados con un juego completo de cuchillos de cocina de marca, corto, largo, de verduras, para carne...encuentras incluso en una bolsa el cuchillo de sierra para cortar el pan. Has advertido antes que la mayoría de los infectados no tenían armas. Evidentemente los secuaces de Yurr han metido a estos infecciosos a punta de pistola en el ascensor, todos los que cabían, y arrojaron la bolsa de cuchillos dentro antes de que se cerrara.

Por suerte para ti esto no es un castillo medieval. Bueno, sí que lo es, pero lo que quieres decir es que no hay una armería repleta de lanzas y hachas y alabardas, ¡por suerte! y han armado a los infecciosos con lo que tenían. Si han tenido que usar los cuchillos de la cocina es que no les quedan más armas.

Sostienes el cuchillo por la hoja y golpeas la palma de cuero del guantelete de la otra mano con el mango mientras le das vueltas a esto. No te esperabas que te enviaran otro grupo de zombis. Has cometido el error de interpretar las acciones de tu enemigo en base a tus conocimientos de tácticas militares convencionales. Yurr y sus esbirros hacen lo más sensato y sencillo, limitarse a soltar a sus prisioneros como los toros en los encierros para que te embistan y tenderte trampas y emboscadas. Es una defensa pasiva y te dejan la iniciativa, pero da igual, sólo hay un camino para salir de aquí por el que tienes que pasar y ellos bloquean la salida.

No tiene sentido que si dos docenas de infectados no han acabado contigo antes, ¿para qué repetir el intento con menos efectivos? A no ser claro que no se les ocurra nada mejor, y por lo visto, no tienen ninguna intención de arriesgarse en un tiroteo contigo. ¿Para qué? Si les vale con esperar sentados a que salgan.

Igual no es tan absurdo como parece lo de soltarte un grupo tras otro de presos rabiosos. Yurr debe saber que una turba desarmada no tiene ninguna oportunidad contra un hombre con armas de fuego, sobre todo teniendo en cuenta que tienes una metralleta.

Te viene a la memoria la expresión militar "carne de cañón", que se remonta a las guerras napoleónicas. En su origen, era bastante literal. Lo que importaba en las batallas era el número, y cuantos más soldados tuvieras, los de las primeras filas absorbían el impacto de los botes de metralla de los cañones, como un parapeto humano para los de las siguientes filas. Cuantos más soldados, más posibilidades había de que algunos sobrevivieran para acercarse a distancia de tiro con sus fusiles.

La definición moderna es la que te interesa, la que leíste era algo así como "tropas prescindibles de escasa utilidad salvo el número cuyo único cometido es embotar las defensas enemigas mientras las matan"

Eso es lo que está haciendo Yurr, suelta a sus presos para obligarte a matarlos y espera a que te quedes sin munición. Maldices y arrojas el cuchillo. Pensar está muy bien pero tienes que moverte.

Pones en marcha tu plan. Metes la escalerilla en el ascensor, retiras el cuchillo que bloqueaba las puertas, y te lo guardas por si acaso, y tratas de abrir el falso techo. Retiras un panel y te encuentras con un obstáculo inesperado. Hay una escotilla, en efecto, se mueve un poco pero no se abre, hay unos goznes, pero está cerrada por fuera. Juras y maldices a la madre del que hizo las normativas de seguridad. Esto no le pasaba a McClane en la película. Evidentemente si alguien se queda atrapado en un ascensor, se espera que se quede quietecito a que el equipo de rescate venga y abra la escotilla por fuera.

Eres demasiado terco para desanimarte. Bajas y vuelves con el atizador. A modo de palanca tras insistir un rato y colgarte de él para hacer más fuerza logras romper el pestillo. Primera parte del plan completada.
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Antes de subir al techo hay que decidir donde ir.


Ves que hay cuatro botones distintos que puedes presionar; 2, 1, G y B. Te quedas perplejo hasta que caes en la cuenta que en inglés G será for "Ground", la planta baja, y B "Basement" el sótano.

Meditas sobre esto, el castillo es grande tiene más de dos pisos,y hay pisos intermedios en los que el ascensor no para. Por la traza del castillo, se ve que es demasiado grande y moderno para ser una fortaleza medieval, aunque se hayan elementos de esa época como las torres y la muralla. También es demasiado grande para ser un palacio o casa solariega. Es evidente por el amplio patio y las cuatro alas, los largos pasillos y el tamaño de las habitaciones que hemos visto, que se aprovechó el viejo castillo medieval para construir un cuartel, probablemente en el siglo XVIII, o más probablemente en el XIX, cuando Romania logró la independencia de los turcos, que no recuerdas cuándo fue, y que posteriormente los antepasados de Yurr lo adquirieron y lo convirtieron en residencia señorial antes de la Segunda Guerra Mundial y la dictadura comunista.

Estás en el "segundo" piso. ¿Presionarás el botón 1 (ve al 159), el botón G (pasa al 116) o el botón B (sigue en el 330)?
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Antes de subir, rebuscas en la mochila y sonriendo por tu ocurrencia sacas el rotulador y pintas en la pared del ascensor una frase de "La jungla de cristal", eso les desconcertará.

"Now I have a machinegun, yo ho ho!"

(Ahora tengo una metralleta, ¡yujú!)


Ahora a prepararte. Trepas por la escala, pasas por la escotilla el chaleco, las armas y la mochila. El pozo del ascensor está a oscuras, débilmente iluminado por lámparas de emergencia y la luz que entra por el hueco del techo.

Esperas que cuando se abren las puertas disparen. Luego al ver el ascensor vacío se acercarán a investigar. Si son paranoicos, o también ven películas, es probable que disparen contra el techo. Sabes que deben tener fusiles Kalashnikov, así que las balas atravesarán el acero de la caja, aunque perderán mucha energía. Para protegerte extiendes como alfombra el chaleco blindado sobre el techo. Dos capas de tejido antibalístico, más las placas de titanio deberían ser más que suficientes para detener las balas. Dudas sobre si es mejor quedarse de pie o sentarse sobre el chaleco.. Alrededor del chaleco otras balas pueden atravesar la caja y rebotar en las paredes del pozo. De pie ofreces más blanco a los rebotes o tiros oblicuos que atraviesen la chapa.

Decides sentarte sobre el chaleco en cuclillas y para más seguridad te sientas sobre dos de los tambores de la metralleta. Entre el acero con el que están hechos y los cartuchos dentro, deberían parar cualquier bala que atraviese el chaleco. No puedes hacer nada por los rebotes pero esperas que agachado no te de ninguno y que el acero del yelmo sea lo bastante grueso y resistente para parar cualquier bala rebotada.

Recoges la escalerilla, mueves el panel del techo para poder encajarlo en su sitio de un movimiento, y por la rendija metes el palo con garfio, al que le has encontrado otro uso, apretar el botón.

Pulsas el botón y retiras a toda prisa. Con la sensación ominosa de estar cerrando la tapa de tu propio ataúd, vuelves a poner el panel en su sitio, bajas la escotilla y te quedas a oscuras. El ascensor se estremece e inicia su descenso...


CONTINUARÁ...
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