La sangre de los zombis

Si te atreves a ponerte en la piel de un Señor del Kai, si te crees capaz de desafiar a los Señores de la Oscuridad, o si deseas simplemete pasar un buen rato, entra y asume el riesgo... pero quedas advertido...
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Heinrich escribió:Es abrir el hilo, ver que acabas de actualizar y :smt038 :smt038 :smt038
Me alegra que te guste. Me daba una pereza terrible la tarea de tirar dados para el fuego en ráfaga, pero al final me he puesto a ella.
Aparte de los guanteletes, al final ha sido buena idea lo del yelmo. Yo no lo sabía, pero un 40% de los que son tratados médicamente por ataques de perro han recibido el mordisco en la cara
Me alegra que aprendas algo nuevo. Bueno, es un poco de sentido común, de haber visto demostraciones de perros policía y y de ver documentales de animales, los depredadores como los lobos habitualmente tratan de derribar a su presa y morder en el pescuezo o el hocico. Z. también ha leído la revista "Comando: Tácticas de combate y supervivencia" y había un número dedicado a la evasión que explicaba cómo defenderse del ataque de un perro.

Pero cuando pensaba en el yelmo, Z. pensaba en muchos años de jugar al rol y leer Ospreys medievales. Siempre, siempre, hasta el peón más pobre trata de protegerse la cabeza con algún tipo de casco. Es la parte más vital del cuerpo y antes de la medicina moderna cualquier herida en la cabeza era casi mortal de necesidad. Pensaba en el combate anterior que por poco le martillean la cabeza, y que cargado como va, va a ser imposible evitar el cuerpo a cuerpo en algún momento y hay que protegerse de algún modo, a falta de casco, aunque la motivación principal para coger el casco y los guanteletes sobre todo es para protegerse de mordiscos de infectados en las manos o cuerpo.

Pero, ¿de dónde han venido los perros? ¿Del sitio de olor chungo? ¿O se habrán soltado de una habitación en otra planta?
Ya no me acordaba de esta parte y me he quedado igual de sorprendido al encontrar la jauría de perros. Pensaba saltarme el encuentro porque igual son bichos que pone Livingstone de forma arbitraria, para putear*, pero con lo que dijiste de la transmisión del virus de la rabia de animales al hombre y pensándolo un poco, se me ha ocurrido una explicación la mar de lógica y que concuerda con el resto de la aventura hasta ahora.

No queda más remedio que ir por el pasillo apestoso, pero no tengo ni idea qué nos espera, aunque supongo que será malo.
:smt003


*toma falsa: en realidad la armadura es una TAMPAX. Si la coges, vas muy despacio y no puedes huir de los perros, que se te comen. Lo cual es absurdo, porque protegido por una armadura completa serías invulnerable a ellos. sería muy chulo coger la armadura completa, pero esto no es el D&D

En todo caso, ahora toca meter un nuevo tambor en la PPSH. Ha sido el arma que ha dado la victoria contra esta jauría, ni la escopeta ni mucho menos la pistola hubieran tenido potencia de fuego suficiente para detener a diecisiete perros rabiosos.
En retrospectiva habría sido mejor llevar la Papasha en las manos, porque en el asalto (12 segundos) que ha tardado en sacarla de la mochila, los perros recorren 50 metros. Ha ido muy muy apurado. Me alegro haber cogido la escopeta, porque ya hemos gastado toda la munición de reserva. Tenemos 3 tambores y nada más. Coger la espada era un poco chorra, pero ha resultado útil. (Z. ha sacado un "09" en la primera tirada de ataque). Tener algo largo que corta y pincha es muy útil. Ya no hay que acercarse tanto a los infectados, sean humanos o bichos para rematarlos.
Última edición por El Analandés el 04-Sep-2016, 21:37, editado 1 vez en total.
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

NARRACIÓN

135
Vas con cautela por el corredor, y no te lleva mucho tiempo descubrir quién ha vertido la sangre. Un infectado muy alto, que lleva una sudadera gris con capucha y unos téjanos sucios, está sentado en el suelo, gritando. Sus entrañas están a la vista, la sangre ue resbala por sus piernas hasta el suelo. Está malherido, quizás por una pelea con otro infectado. Se da la vuelta lentamente. Te contempla con la mirada perdida. Sus ojos grises están hundidos, y sus labios están cubiertos de sangre fresca. Te das cuenta de que tiene algo en la mano y te quedas parado de golpe. El infectado sostiene una granada en una mano y el seguro en la otra. Con un rostro totalmente inexpresivo, lanza la granada hacia ti, sin darse cuenta del fatal resultado...

Presa del horror, te tiras al suelo y a la vez te llevas la mano a la visera para bajarla o al menos cubrirte la cara, tus rodillas apenas se han doblado y antes de que llegues al suelo ves un resplandor cegador entre tus dedos.

¡¡¡BOOOOOOOM!!!



¿CONTINUARÁ?
Heinrich
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por Heinrich »

Muy alto, vestido de gris, explosiona...

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Hemos tenido mala suerte.
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Lo último que viste antes de que estallara (he cambiado el texto para ajustarlo a la narración)

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El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Un relámpago. Un trueno. Un viento abrasador. Una presión dolorosa y una granizada de impactos. Dolor.

Tus pulmones se llenan de aire. Toses. Abres los ojos, un humo aceitoso te irrita nariz y garganta. Toses más fuerte. El humo arrastrado por una corriente de aire que no habías advertido se disipa lentamente. Ves un pequeño agujero en el suelo y un círculo quemado. Ves al infectado convertido en una piltrafa sanguinolenta, acribillado por la metralla, como las paredes y el techo. Te incorporas con cautela, incrédulo por seguir vivo. Te quitas el casco para respirar mejor, te retumban los oídos pero oyes el sonido metálico al dejarlo caer. Te palpas los oídos y al no ver sangre te alegras de que no te hayan reventado los tímpanos. Tampoco tienes sangre en la nariz y no te duele el pecho al respirar. Los pulmones están bien. Bajas la vista y te palpas.

El chaleco muestra las marcas de una veintena de perforaciones donde los fragmentos de metralla al rojo vivo han quemado la capa externa de tela antes de ser detenidos por las capas balísticas o los objetos que tenías en los bolsillos. Los vacías, las granadas están enteras, un par muestran rayones en la pintura. Encuentras cartuchos de escopeta con fragmentos clavados. La pistolera también muestra agujeros, pero la pistola parece estar bien. Recoges la escopeta y con el cuchillo, desclavas más esquirlas clavadas en la madera de la culata. Examinas el almete, te esperas encontrarlo acribillado de impactos, pero te sorprendes al ver que está intacto, salvo un fragmento que se ha quedado alojado en uno de los agujeros de ventilación. Entonces recuerdas que al contrario del acero de los cascos modernos, el acero forjado de las armaduras era muy duro, como cristal, y que cuando el blindaje es lo bastante duro, los proyectiles simplemente rebotan sin dejar huella. No pararía una bala, pero sí la metralla,o en silencio das gracias por salvarte la vida al desconocido armero que forjó esta armadura en una fragua de Milán hace quinientos años , eso, y el chaleco soviético.

No puedes ignorar por más tiempo las punzadas de dolor que sientes y que te da miedo mirar . En el brazo por encima del codo tienes un par de rasguños de poca importancia aunque escuecen. En el muslo te sacas una esquirla alargada del tamaño de un clavo, todavía caliente, notas el calor a través del guante de cuero. Los bordes de la herida están cauterizados, pero sale una gota de sangre al extraerlo. Te tapas la herida con un jirón de tela del pantalón y te pones en pie. Es molesta pero sólo es una herida superficial.

El humo se arrastra por el corredor, impulsado por la débil brisa. El olor picante del explosivo, como amoníaco, da paso otra vez al hedor orgánico nauseabundo, pero tienes la nariz tan irritada que esta vez lo notas menos. Te pones el almete y sigues pasillo adelante.
Última edición por El Analandés el 04-Sep-2016, 21:38, editado 1 vez en total.
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Te preguntas de dónde salió este infectado. Supones que debía ser algún rezagado y quienquiera que vino hasta aquí para saber si seguías vivo, y soltarte a los perros, debió toparse con él y le asestó una cuchillada en las tripas. En cuanto a la granada, sabe Dios de dónde la sacó. Igual fue tan listo como para meter la mano en el cofre de las armas que encontraste y sacar una sin hacer explotar la trampa bomba. O más probable es que se le cayera al tipo que le acuchilló y no se dio cuenta. Si las granadas que tienes son como esa, ¡mejor tener cuidado con ellas!

Una cosa no entiendes, ¿por qué la jauría de perros no lo atacó? Debieron cruzarse con él. Igual es que los perros no atacan a los infectados. Una vez leíste algo de que los depredadores no atacan a animales enfermos para no contagiarse.

Más adelante encuentras un portón abierto en la pared izquierda de donde proviene la pestilencia. Echas un vistazo y ves que es la perrera. El olor no es sólo a excrementos y orines de los canes, si no también a carne podrida. Echas un vistazo y parece el cubil de los gules de un relato de Lovecraft, pero esto es real. Ves montones de huesos con carne todavía adherida, y cuerpos humanos a medio devorar. Aunque has visto muchas muertes ya, el asco y el horror de lo que significa esto te hacen estremecer . ¡Dürr alimentaba a sus sabuesos con carne humana, con los infectados muertos!


Doblas la esquina y te alejas a toda prisa. Sólo cuando te has alejado y el hedor ya no es tan fuerte, te pones a pensar. Llegas a una puerta a mano derecha que está cerrada, y supones que es la misma del pasillo donde mataste a los perros, sólo que ahora estás del otro lado. Te paras a pensar un momento. ¿Los perros se contagiaron comiendo carne humana infectada? Lo descartas, pues si no atacaron a un infectado aún vivo, entonces tampoco comerían un cadáver. Crees más probable tu deducción anterior, que Dürr experimentó con conejos, luego con sus perros de caza, y después pasó a humanos. Si los perros evitan atacar a un contagiado vivo, pero se comían los cuerpos de los infectados muertos, entonces es algo esperanzador porque significa que el virus no puede sobrevivir mucho tiempo fuera del cuerpo humano. Quizás no sea tan contagioso.


Hay otro pasillo a mano izquierda, continúas por él y llegas a otra intersección en T donde descansa un gran cofre de madera contra la pared. Sigue en 226

226
Al llegar a la intersección en forma de T, miras a tu izquierda y ves que acaba en un portón a unos veinte metros. A tu derecha ves que el corredor también acaba en un portón. El cofre de roble es una antigüedad y el cerrojo parece débil. -^Si quieres dirigirte a la izquierda para abrir la puerta, ve al 30. Si prefieres dirigirte a la derecha para abrir la otra puerta, pasa al 119. Si optas por intentar abrir el cofre, continúa en el 133.
Última edición por El Analandés el 04-Sep-2016, 19:14, editado 1 vez en total.
Heinrich
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por Heinrich »

Por curiosidad, ¿qué pasaba en el libro original? ¿Morías sin posibilidad de hacer tirada?

Bueno, a estas alturas no hay mucho que pensar. Desde el punto de vista interpretativo, tenemos todas las razones para querer abrir el cofre: los pasillos se encuentran bloqueados por portones para los que no tenemos llave, y es improbable que dentro del mueble haya algún horror indescriptible (aunque en la partida del Señor de los Anillos de un amigo salió un olog-hai de un cofre similar). Siguiendo la lógica un poco arbitraria de que la salida a esta planta puede estar en el lado contrario a la escalera de acceso a la superior, luego iremos hacia la derecha. Realmente da un poco igual.

La pena es que el juego no sea un poco más libre. Yurr o uno de sus secuaces han estado, supuestamente, a diez o veinte metros de nosotros, en el pasillo de al lado, y nosotros no hemos tenido ninguna posibilidad de enterarnos, ni él de tropezarse con nosotros por error. Tampoco siguió a sus canes para ver si nos eliminaban, ni para ayudarlos. Ahora, lo más lógico sería estar mirando siempre por encima del hombro, por si el misterioso perseguidor decide arreglar las cosas con un disparo en la nuca, o incluso dar la vuelta e intentar acabar con el capullo este de una vez por todas. No digo dejarle un regalito explosivo porque Z. no tiene maldita idea de preparar trampas y es probable que le acabase reventando en las manos.

En cuanto a los perros, ya se ha visto que los infectados humanos no atacan a otros infectados.
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

]Por curiosidad, ¿qué pasaba en el libro original? ¿Morías sin posibilidad de hacer tirada?

En efecto, las famosas "muertes automáticas" de los librojuegos. Generalmente es el castigo a hacer algo verdaderamente estúpido o temerario, pero lo injusto es que muchas veces son arbitrarias y no hay una posibilidad real de evitarlas salvo por suerte.

Con razón la gente se quejaba de que este librojuego es muy difícil, aparte del desmesurado número de enemigos, no hay un camino seguro, por la derecha te sueltan a los perros y si has cogido la armadura, mueres automáticamente. Hasta cierto punto esto es lógico. Este no es un libro de "Lucha Ficción", no eres un guerrero y hay tantos zombis que no puedes con ellos combatiendo cuerpo a cuerpo. Eres una persona normal y debilitada por las privaciones, la armadura pesa demasiado para llevársela. Lo que no quita para que partes de la armadura como el casco y los guanteletes sean tan útiles en esta situación que cualquier persona sensata las cogería, pero el texto no te da la opción, pero para eso está el narrador :)
La pena es que el juego no sea un poco más libre.
Hombre, hay elección. Si te arbitras tú mismo, puedes volver a donde ya has estado, o probar un camino y luego otro. Si estás explorando un "dungeon" como la mayoría de los librojuegos de "Lucha Ficción" es de lo más lógico hacer un mapa. En este caso no sería aconsejable explorar todos los recovecos del castillo porque lo que quieres es largarte de aquí cuanto antes y para seguir vivo tienes que evitar los combates todo lo posible.

Partiendo de la base de que las opciones son limitadas, porque se trata de buscar la salida, hay muchas cosas que se pueden hacer y se hacen roleando. Improvisar armas y equipo, usar tácticas contra los infectados, elegir armas a usar, debatirse en interminables soliloquios sobre la mortalidad y el sentido de la vida... :smt003


Dürr o uno de sus secuaces han estado, supuestamente, a diez o veinte metros de nosotros, en el pasillo de al lado, y nosotros no hemos tenido ninguna posibilidad de enterarnos, ni él de tropezarse con nosotros por error.

Te sugiero que vuelvas a leer lo que he escrito porque responde a las cuestiones que te planteas, sé que por mi culpa la partida ha estado parada tres meses y cuesta acordarse de qué ha pasado y por qué y de quién es quién.

A ver, de Dürr sólo sabes que es el jefe, y ni siquiera sabes si está en el castillo o ya se ha largado rumbo a un país sin tratado de extradición, porque todo apunta a que están a punto de concluir el experimento. Supones que todavía está en el castillo, si el jefe no está, nada impide a los secuaces largarse también.

Sabes que Dürr no tiene mucho dinero porque el castillo es más un caserón que un palacio, y que esta operación tiene unos medios limitados. Calculas que no más de una veintena de personas están involucradas, y de esos, a varios se los ha cargado ya, a los "Renfield" británicos, y aparte de un par de científicos y técnicos para inyectar los virus, tenía tres matones, los que te secuestraron, y unos cuantos "Igor": Otto, el carcelero, Boris y Gregor, los mozos de almacén, y algún que otro criado. Lo lógico es que Dürr haya enviado a uno de sus secuaces a que suelte a los perros, y en ese caso enviará a alguien prescindible.

En efecto, un esbirro ha estado cerca, Z. no se ha enterado porque oye mal, de todas formas mira el plano y lo largos que son los pasillos. ¿Tú serías capaz de oír pasos a unos 30 metros de distancia? Suelas de goma sobre un piso de piedra no hacen mucho ruido. Cuestión de azar. A lo mejor cuando bajaste a esta planta podrías haber divisado a 100 metros de distancia por el pasillo en penumbra al "Igor" que venía a abrir la perrera, pero es dudoso.

Al final has tomado la decisión de no seguir por el pasillo maloliente y doblar a la derecha en el cruce, justo cuando venía el "Igor", la reconstrucción lógica es que ha llegado al cruce, se ha asomado y te ha oído antes que visto cuando estabas trasteando con la armadura, de espaldas a él. Una vez que sabe dónde estás, vuelve a la perrera y abre la puerta para que salgan los sabuesos. O igual ya había llegado al cruce y te oyó cuando bajabas por la escalera, con toda la chatarra que llevas encima haces bastante ruido. Sea como fuere imaginas que de ida o vuelta por el pasillo se topó con el infectado rezagado y le pegó una puñalada en las tripas y no se molestó en rematarlo. Deduces que ha debido ser Boris que está en buena forma, descartas a Gregor porque éste estaba herido y tenía la cabeza vendada y Otto está cojo.

Dürr le debió ordenar a Boris:

"ve a ver si ese maldito español está muerto, y si sigue vivo, le sueltas a los perros para que acaben con él",

como Dürr es un psicópata paranoide, envía a Boris porque es prescindible, porque desconfía de él, pues los mozos del almacén hablaron contigo antes de subir en el ascensor a informar de que te habías escapado y Dürr no sabe si le son leales o si te han contado algo. Como no se fía de ellos, antes cuando bajaron en el ascensor hasta la biblioteca para llevar armas a los infectados y soltarlos, debían ir escoltados. Ahora debió bajar una sola persona, con certeza Boris, y armado sólo con un cuchillo, por si acaso a Boris le daba por desertar y unirse a ti.

Estás cabreado con Boris y Gregor porque son unos cobardes que sólo tratan de salvar su propio pellejo y porque obedecen órdenes del que está intentado matarte. Aunque tienes que reconocer que se arriesgan por ti y hacen lo que pueden por ayudarte. Supones que Boris después de verte, no se dio mucha prisa en volver hasta la puerta de la perrera para soltar a los perros, tratando de darte tiempo para que llegaras hasta la puerta del final del pasillo y te salvaras. Lástima que la puerta estuviera cerrada, pero la intención es lo que cuenta.


Tampoco siguió a sus canes para ver si nos eliminaban, ni para ayudarlos.

Ya he dicho. Dürr habrá pensado "vale, se ha cargado a veinte infectados porque tiene una escopeta y una pistola y sabe pelear, sin problema, le soltamos a los perros y los tiene encima antes de que pueda matarlos a todos." No contaba con que sus sicarios fuesen tan torpes de olvidarse de recoger su metralleta favorita que tenía escondida en la sala de música.


Ahora, lo más lógico sería estar mirando siempre por encima del hombro, por si el misterioso perseguidor decide arreglar las cosas con un disparo en la nuca,


¡Que no! ¡Déjate de manías persecutorias! :smt036 El enemigo siempre está un paso por delante de ti. Desde que te escapaste, te han tendido trampas y emboscadas en la ruta que forzosamente has de seguir. Es cierto que ahora podrían bajar por el ascensor hasta la biblioteca y seguirte, pero es muy improbable. Ellos no tienen valor de venir a por ti, ni falta que les hace, debe haber docenas de infectados por el castillo y pensarán que acabarán contigo. Aunque seguro que les sorprende que hayas escapado y sigas vivo todavía. Además, corren el riesgo de que tú pienses en eso y les aguardes al acecho para pegarles tiros en cuanto se abra la puerta del ascensor.

En cuanto a los perros, ya se ha visto que los infectados humanos no atacan a otros infectados.

No es del todo cierto, por lo que has visto. No son zombis, pero no son tampoco locos furiosos como los de "28 días después". Por lo que has visto las funciones cerebrales más complejas como el habla y el raciocinio quedan destruidas, pero conservan restos de inteligencia a pesar de la agresividad. Has visto que pueden blandir armas, abrir puertas, accionar mecanismos sencillos e incluso tienen algo de instinto de autoconservación cuando no están en una turba y se percatan de que les disparan. Incluso has visto un caso de cooperación, los dos de las alcantarillas estaban cazando ratas en equipo. Al estar encerrados se pelean entre ellos para descargar la agresividad pero no se matan entre ellos, salvo que tengan mucha hambre, como los del sótano, que llegaron al canibalismo. En cambio los perros parecen más inteligentes que los humanos en que no se comen unos a otros.

Ahora que lo piensas, es posible que tanto los infectados armados de cuchillos y hachas como los perros que soltaron en ambos casos para matarte, igual en realidad no querían matarmr y simplemente estaban enloquecidos por salir de su prisión como fuera y tú simplemente estabas en tu camino. De modo similar, el infectado que te tiró la granada debía ser consciente de lo que estaba haciendo. Debió tomarte por uno de los esbirros de Dürr responsable de su sufrimiento y quiso vengarse.

Desechas esos pensamientos. No puedes permitirte remordimientos. O ellos o tú, no hay otra opción.



(después de este frikipost , seguiremos con la narración)
Última edición por El Analandés el 04-Sep-2016, 21:12, editado 1 vez en total.
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

NARRACIÓN DEL MASTER

Imaginas que ya que las habitaciones sirven como celdas, seguramente los matones de Dürr guardaran las armas y municiones en cofres como este y el anterior. Probablemente lo hayan vaciado, pero por si acaso decides abrirlo.

Después de haberte encontrado dos trampas, supones que en lo sucesivo Dürr y sus secuaces te habrán dejado otras y esta vez repites el procedimiento de tumbarte en el suelo para que no te alcance la explosión, y haces palanca con la espada en la madera hasta romper el cerrojo. Abres una rendija el cofre y te sacas el guantelete y palpas, como esperabas, te encuentras un sedal atado a la tapa que se tensa al abrir la caja. Aunque te lo temías y sabes de qué se trata, se te acelera el corazón igual. Lo cortas, y por si acaso te vuelves a tumbar y levantas la tapa con la punta de la espada. Esperas unos segundos y aliviado de que no estalle nada, te incorporas y te asomas. El mismo truco de antes, un sedal atado a un clavo en la tapa, sigues el otro extremo del sedal para encontrar el artefacto explosivo y....

... te quedas desconcertado al ver que está atado a la anilla de una lata de atún, al lado de una pequeña bombona de gas para acampadas.

Sacas la lata y no hay duda. Es una lata de atún. ¿qué clase de broma es ésta? La dejas a un lado y miras en el cofre. Como esperabas, está vacío, sólo hay cajas y embalajes de munición soviética vacíos, pero en cuanto rebuscas un poco encuentras una en la que hay lo que parece un paquete de cura militar, una caja de tiritas, una cajita de balas de pistola Tokarev, y un manojo de llaves antiguas de hierro numeradas. Hay ocho. Parece que el bueno de Boris, o Gregor, o los dos, te han dejado un regalo, y sabotearon la trampa bomba que les ordenaron colocar, dieron el cambiazo de la mina o granada por la lata de atún...

Tu sonrisa de gratitud se borra cuando se te ocurre una idea, ¡la granada! ¿de dónde sacó el infectado la granada? Maldices a la madre de Boris cuando deduces que Boris, sin que le viera el matón que seguramente le escoltaba, al preparar la trampa bomba dio el cambiazo de la granada por la lata, y se la guardó en el bolsillo, luego fue por el pasillo de la perrera a ver si te oía venir, se topó con el infectado, le apuñaló en las tripas, pero en el forcejeo se le cayó la granada, que la recogió el infectado... y por poco te mata.

Cuando se te pasa el cabreo te dices que estás siendo injusto. Tratan de ayudarte y no es fácil en sus circunstancias, y al menos te han dejado algo. No te parece que las vendas ni mucho menos las tiritas te vayan a servir de algo, si sufres una herida grave ... hasta que te acuerdas lo que te dijo, que la infección se contagia por la sangre. Las vendas son para cubrir las pequeñas heridas y que no te contagies. Agradecido por la previsión de Boris, rápidamente te vendas los cortes que te ha hecho la metralla en el brazo y pierna y que todavía sangran. La caja de balas de pistola probablemente fue lo único que consiguió mangar sin que se notara y que podía meterse en el bolsillo, pero para ti es un golpe de suerte dado el consumo de municiones de la metralleta. Lo más útil son sin duda las llaves. Deben haberse arriesgado mucho para robarlas.

La bombona de gas tiene pinta de ser una improvisación para que la explosión fuera más potente. Y la lata de atún, puedes comértela ahora o guardarla para luego.


Actualizo ficha



ARMAS y MUNICIÓN 16.175 Kilos

Escopeta recortada 2 kilos (en brazos)
4 cartuchos de postas 00 del 12 (0.185 kilos, 46 gramos por cartucho)
(2 cargados, 2 cartuchos postas metidos en bolsillo derecha chaleco )
19 cartuchos sueltos perdigones no.4 del 12 para cazar patos (0.82 kilos, 43 gramos por cartucho, 140 perdigones de 3mm ) ( 5 bolsillo derecha chaleco, 14 bolsa costado) de dudosa utilidad contra humanos e infectados, pero menos es nada


Metralleta PPSh 41 3.63 kilos (en mochila, no tienes correa para llevarla)
3 x tambores 5.46 kilos (71 cartuchos, 1.82 kilos cargado, 0.9 vacío) (1 cargado, 2 en mochila)
1 caja de 72 balas 7.62mm Tokarev 0.93 kilos (en mochila, 13 gramos por cartucho) regalo de Boris
13 balas sueltas 0.16 kilos para recargar cargadores pistola, en bolsillo chaleco ( con la granada)
3 x Granada de mano RGD-5 0.93K, (0.31 cada una, en bolsillos pecho chaleco a la izquierda, 2 en un bolsillo centro izquierda, 1 en el bolsillo más a la izquierda)

Pistola Tula Tokarev TT-33 fabricada en Romania (0.85 K) (en su funda)
2 cargadores (8 balas) 0.36K (0.18 K cargado 76 gr vacío cada uno, uno cargado, otro en la pistolera)

Cuchillo de cocina 0.2 (metido en bolsillo centro derecha)

Espada medieval afilada, 1.5 kilos, sujeta al costado.

ARMADURA 12 kilos

chaleco antibalístico con placas de titanio (protege pecho y abdomen) 7 kilos
Yelmo armadura medieval (protege cabeza, cara y cuello) 2.5 kilos
Guanteletes (protegen manos y antebrazos hasta el codo, 2.5 kilos

ROPA PUESTA 1.5 kilos
Pantalones de vestir viejos 0.5 k
Camiseta 0.1
Zapatillas deportivas (0.8 k el par)
Reloj pulsera 0.05

CINTO Y BOLSA 0.85 kilos.

- Cinturón con pistolera 0.55
-Bolsa pequeña negra ("mariconera"), (0.1) (contiene 14 cartuchos perdigones escopeta )
- Manojo de llaves numeradas 1 al 9 (0.2)

MOCHILA 3.0 KILOS

-Mochila (vacía 0.5) contenido:
Metralleta PPSh 41
Tambor

Un par de guantes de goma ( 0.03)
Sudadera 0.5
Camisa invierno manga larga 0.25
Botella de agua de plástico 0.5 litros ( 0.5 kilos llena)
Cuerda poliester 1cm (1 rollo x 15m, aguanta 100 kilos) 1 kilo

-surtido objetos: (0.25)
Paquete vendas y tiritas.
cajetilla de cerillas
rotulador acetato grueso, negro
dos lápices HB
lupa
papel con el número de combinación
cortaplumas 0.05,


TOTAL CARGA: 33.525 KILOS
ARMAS Y MUNICIÓN 16.175 kilos
ARMADURA 12 kilos
ROPA 1.5 kilos
CINTO Y BOLSA 0.85 kilos.
MOCHILA 3 kilos


PUNTOS FATIGA ACTUALES -5(- 5% penalización tareas físicas)

Zombis muertos: 39

5 x apuñalados con destornillador
1 x estrangulado
15 x muertos a tiros de pistola (51 balas gastadas)
15 x muertos a tiros de escopeta (20 cartuchos gastados)
3 x rematados a cuchillo

17 x perros infectados
Última edición por El Analandés el 04-Sep-2016, 21:40, editado 1 vez en total.
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Vas cargado como una mula, pero tienes la sensación de que pronto te aligerarás del peso del plomo. Se te ocurre otra cosa, no sabes si los disparos se oyen en la distancia porque este sitio es enorme, pero es probable que la explosión sí que se hayan oído, entonces lo lógico es que pensarán que la trampa bomba ha acabado contigo.

Vas al portón de la derecha.

119
Conforme te acercas a la puerta, vas escuchando música, risas y voces hablando en un lenguaje que no comprendes. Parece que los ruidos podrían proceder de un televisor o una radio, el volumen debe estar muy alto para que lo puedas oír a través de la puerta, y contando con tu déficit auditivo y el casco que llevas puesto. Si sigues queriendo abrir la puerta, continúa en el 290. Si prefieres volver atrás y abrir la puerta del otro lado del pasillo, ve al 30.
Heinrich
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por Heinrich »

Cierto, la partida ya la pillé empezada y con la pausa de meses ya no recuerdo qué era cierto, qué especulación desechada.

Obviamente, lo primero es jalarse el atún. Incluido el aceite, que a largo plazo causará ácido úrico y todo lo que tú quieras, pero actualmente hay que aprovechar todo lípido e hidrato de carbono que haya a disposición. De paso, se aprovechan las tiritas para tapar las heridas, y si hay vendas de sobra también se pueden aprovechar para evitar rozaduras del yelmo en la piel.

Luego habría que pensar si es la mejor idea del mundo llevar las granadas de mano en los bolsillos expuestos al agarre de algún zombi. En un forcejeo les pueden arrancar la anilla. Sé que no va a pasar en la partida porque sería una forma demasiado anticlimática de acabarla, pero oye... ¿Quizás sería más seguro tenerlas en la mariconera? Realmente no sé lo dificil que es que pierdan la anilla.

Con respecto a la decisión, tanto da probar en una puerta o en otra, así que mejor la que está más cerca. Jum, el ruido no ayuda a aventurar si hay infectados detrás de la puerta, pero tampoco es un método de averiguación muy allá. Y si este portón en concreto se abre con llaves, puede ayudar a disimular un poco los intentos de Z. mientras va probando las ocho del manojo en la cerradura de la puerta. En caso de que no se necesiten llaves, valdrá el ya probado método de abrir de golpe y porrazo, con la PPSH en las manos y la espada entre los dientes (bueeeno, solo lo primero).

Claro que, en uno y otro caso, quizás haya que temer una nueva trampa explosiva. Aunque, si la habitación está cerrada con llave, no tendría mucho sentido, si se supone que no deberías poder ser capaz de abrirla. A menos, claro, que los malos hayan dejado las llaves a propósito para que te confíes, y luego, ¡Bum!

Como este tipo de pensamientos circulares pueden conducir a la locura, la paranoia y la inacción, lo mejor es abrir la puerta.
El Analandés
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Obviamente, lo primero es jalarse el atún.

Pensaba meter una lata de alubias, pero luego hice un guiño a los "latunes" de burbuja, además, se me ocurrió que tenía que ser una lata pequeña para que se la pudiera meter Boris en el bolsillo.

Incluido el aceite, que a largo plazo causará ácido úrico y todo lo que tú quieras,

¡Puaj! Es de girasol. Al menos no es escabeche. Lo bajas con la botella de agua cuidadosamente conservada hasta ahora.


Luego habría que pensar si es la mejor idea del mundo llevar las granadas de mano en los bolsillos expuestos al agarre de algún zombi...Realmente no sé lo dificil que es que pierdan la anilla.


La mariconera ya está llena de cartuchos y si no es en los bolsillos hay que meterlas en la mochila. En realidad las anillas de las granadas cuesta sacarlas, no se pueden quitar con los dientes como en las películas. Por eso no hay peligro.


Con respecto a la decisión, tanto da probar en una puerta o en otra, así que mejor la que está más cerca...mientras va probando las ocho del manojo en la cerradura de la puerta.


La mayoría de las puertas interiores no tienen cerradura, salvo que así se indique en el texto.

Claro que, en uno y otro caso, quizás haya que temer una nueva trampa explosiva

No se me había ocurrido, pero parece poco probable, sólo has encontrado dos, y la segunda era improvisada, y las dos en cofres. No es posible que tengan los medios, tiempo y ganas para poner trampas en todo el castillo. ¿para qué molestarse? Ya acabarán los infectados contigo.

Como este tipo de pensamientos circulares pueden conducir a la locura, la paranoia y la inacción, lo mejor es abrir la puerta.

Miedo me da abrir puertas porque está claro que en muchas hay infectados prisioneros, pero se oye una radio o televisión, eso indica que hay electricidad y es una habitación que está habitada, valga la redundancia, ¿el cuarto de un guardia? Si alguien vive ahí, a lo mejor tiene una ventana y podemos escapar por ahí. Por otro lado el que se hayan dejado el aparato encendido y a todo volumen resulta sospechoso.

Te bajas la visera del almete, y con la escopeta en la diestra, giras el picaporte y abres la puerta de una patada...
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

290
La puerta está abierta y te conduce a un salón que ha sido completamente destrozado. Un sofá gris yace en el suelo boca abajo. Su funda y los cojines están desgarrados, con su espuma esparcida por todas partes. Dos sillones se encuentran en un estado parecido, y de la blanca mesa donde en algún momento se sirvió café no quedan ni las patas. Todos los cuadros han sido arrancados de la pared y lanzados contra el suelo, que está repleto de trozos de cristal y cerámica. Una radio roja ha sido empotrada contra un jarrón. Sigue funcionando, de hecho se escucha a todo volumen. También hay un televisor en el suelo, al que alguien le ha clavado un paraguas. A su lado hay un acuario con un agujero por el que se escapa el agua. Ves a un infectado recogiendo los pececillos que caen para devorarlos. Estás a punto de atacarlo cuando un segundo infectado que estaba escondido detrás de la puerta ¡salta a tu espalda e intenta morderte el cuello!

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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

El infectado desde luego no se esperaba que llevases yelmo y gola, por lo que en vez de morderte en la cara o cuello, sus dientes y dedos resbalan en el pulido metal, antes de hacer presa en la correa de la hombrera del chaleco antibalas. Antes de que pueda morderte en la piel expuesta del brazo, presa del pavor le golpeas con la culata de la escopeta en el vientre y luego de revés le golpeas en la cara con la manopla de acero, aún sujetando la escopeta, con tanta fuerza que notas el crujir de los huesos de su cara al fracturarse. El infecto se tambalea sujetándose de dolor la cara destrozada y tras recobrar el equilibrio, sujetas la escopeta con una sola mano y disparas a quemarropa contra su pecho.

Cae con un boquete sangriento en su pecho y por el retroceso tu brazo se dobla y la escopeta golpea en tu visor, bajas el cañón justo cuando el del suelo termina de levantarse y le pegas un tiro en la cara. La sangre y los sesos salpica en la pared de enfrente.

Recargas maquinalmente la escopeta antes de darte cuenta que no hay más enemigos en la habitación, pero tarda un poco en pasarse el susto y te sientas en el sillón destrozado porque te flaquean las piernas.
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Miras sin ver los dos cuerpos tendidos y las manchas de sangre, un espectáculo al que ya te has acostumbrado. Te masajeas pensativo el brazo dolorido por el retroceso, palpando las heridas vendadas. Ahora lamentas no haberte llevado el jubón acolchado de la armadura, pero no podías llevarlo puesto con el chaleco encima, demasiado peso y demasiado calor. Pero así no tendrías piel expuesta que te puedan morder. ¡Qué cerca ha estado!

Sentado en el sillón tu mirada vaga por el cuarto destrozado, mientras tu mente trata de poner orden en el caos. La puta radio a todo volumen te impide pensar, así que irritado y sin reflexionar la vuelas en pedazos con una descarga doble de la escopeta. Inmediatamente te arrepientes de desperdiciar dos valiosos cartuchos, pero el silencio es tan agradable que ha valido la pena.

Estás tan cómodo sentado en el blando sillón y tan cansado, que no quieres levantarte y te pones a pensar. Tus ojos van a la ventana. Estrecha y cerrada con rejas. Nada que hacer. Miras el acuario goteante, el agua que cae de él se mezcla con los charcos de sangre diluyéndolos. Es evidente que esta sala estaba habitada y que los infectados llevaban poco tiempo aquí, el justo para destrozarla antes de que entraras. Reparas en que el picaporte por el lado de dentro lo han quitado, por eso no podían salir....¡joder! ¡claro! Tú con la paranoia sobre trampas explosivas, y te han tendido una trampa con infectados. Además de la trampa bomba en el cofre, encerraron a estos dos cabrones aquí por si entrabas.

El acuario ya se ha vaciado hasta el nivel del agujero. Se te ocurre una idea, ¿el agua del acuario es potable? Sí, debe serlo, si los peces viven en ella. Te levantas y la pruebas y no sabe rara. Bebes hasta saciarte y vuelves a rellenar la botella.

No hay nada de interés en la habitación, por lo que sales y vas hasta la otra puerta. A pesar de que te da cosa abrir la puerta, te tranquilizas pensando que Boris tuvo que venir por ella, ya que no hay otro camino.



30
La puerta se abre y ves una estrecha escalera de piedra en espiral. Te alegra porque aunque no es una salida supones que te llevará a otro nivel, o quizá incluso sea la escalera de una torre, y puedas salir a las murallas y al exterior. Cargado como estás la ascensión será ardua y necesitas las dos manos para apoyarte y no caer. Guardas la escopeta en la mochila y la espada te la cuelgas a la espalda. Atento a cualquier tipo de ataque que venga desde arriba; empiezas a subir, peldaño a peldaño, con el esfuerzo que supone ir con treinta kilos de peso a cuestas.
Última edición por El Analandés el 28-Jul-2016, 9:58, editado 1 vez en total.
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

NARRACIÓN DEL MASTER


Subes los escalones lenta y deliberadamente, agarrándote con los brazos, dosificando las fuerzas y haciendo pausas como si estuvieras escalando una montaña. No quieres agotarte y con tu mal equilibrio, no quieres caerte escaleras abajo y romperte el cuello, después de todo lo que has sobrevivido, sería una putada palmarla por una caída. Sudas como un cerdo, pero te animas cuando sigues ascendiendo y te das cuenta que se trata de una torre. ¡Eso significa que sale al exterior!

322
Has pasado ya de la mitad de la torre cuando escuchas un ruido que viene de abajo. ¡Alguien te persigue por las escaleras!

Sabes que no puedes defenderte en tan estrecho espacio, así que subes más deprisa. Te duelen los músculos de las piernas y brazos, pero el terror te impulsa. Sigues subiendo mientras los pasos se acercan, hasta que encuentras una trampilla en el techo. No está bloqueada, así que puedes abrirla y pasar por ella. Al llegar arriba, ves que estás en una habitación cuadrada en la cima de la torre del reloj. Hay una gran campana de bronce colgada en el techo. También hay cuatro relojes mecánicos, situados en cada una de las cuatro paredes, contemplando el mundo exterior con un constante ruido de engranajes. Miras a través de su cristal, ves bosques y montañas en la distancia y anhelas la libertad. Pero ahora tienes cosas más urgentes que hacer. Las pisadas en la escalera se hacen cada vez más audibles. A quienquiera que sea no parece importarle que adviertas su llegada. Oyes una risa burlona, una voz que no es del todo humana. No hay tiempo de sacar las armas de la mochila, desenfundas la pistola y te preparas para lo que pueda venir. Llega un momento en que la risa cesa, y lo que escuchas es un clic, como si alguien manipulara un encendedor. Miras hacia la trampilla y ves a un fornido infectado sosteniendo tres cartuchos de dinamita en su enorme mano. Entonces la mecha prende; puedes oír el sonido con claridad.

Si quieres dispararle al zombi, ve al 242. Si prefieres cerrar la trampilla, pasa al 286. Si quieres romper el cristal de uno de los relojes, e intentar descender de la torre del reloj, ve al 15.

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Heinrich
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por Heinrich »

¡Dispárale! Por la ilustración, la trampilla no está asegurada, es una simple tabla que se sitúa para tapar el hueco, y no hay tiempo para buscar algo que la asegure. Para impedir al zombi que la abra tendrías que ponerte tú encima, y al poco esto la plancha de madera se convertiría en una bonita ración de metralla. Dudo también de que sea posible descolgarse por la torre con el zombi pegado a la espalda, sin tiempo de desprenderse de todo el peso.

En cambio, si le disparas, existe la posibilidad de que la dinamita caiga hacia abajo por las escaleras y que escapes del radio de explosión, o incluso será posible apagarla, si queda dentro de tu alcance y hay tiempo. Si cae por las escaleras y explosiona más abajo tampoco creo que pueda derribar la torre; en todo caso, te enfrentarías con el mismo problema si te limitas a cerrar la trampilla o intentar bajar por la cara externa de la torre.

Por supuesto, no hay tiempo para discurrir todo esto en el breve instante que tiene Z. para decidir. Pero, ya que tiene una pistola en la mano, supongo que es natural que decida emplearla. Intentar cerrar la trampilla esperando que la explosión no le afecte o huir por la ventana me parecen más reacciones debidas al pánico ciego.
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Estoy de acuerdo que la reacción instintiva y lógica es la de disparar, pero el texto te da las otras dos opciones si no tienes una pistola.

Me pongo a escribir. :smt024
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Te quedas helado al ver la dinamita durante una fracción de segundo y luego aprietas convulsivamente el gatillo. En tan estrecho espacio es difícil fallar, pero alguna de tus balas se pierde y rebota con un silbido amplificado por el eco. Alcanzas al infectado en el pecho y la pierna, pero a pesar de las heridas sigue subiendo. Puedes ver que tiene los labios toscamente cosidos. Disparas sin apuntar hasta vaciar el cargador y las últimas balas le dan en el pecho y la cabeza. El infectado se desploma y cae rodando escaleras abajo, ruedas a un lado y de repente hay una gran explosión. Mucho más fuerte que la de la granada. La escalera actúa como un cañón y un volcán de fuego y humo surge de la trampilla mientras el suelo se estremece. Un intenso dolor en los oídos, como cuando un tren pasa por un túnel, pero más fuerte. Un viento abrasador te envuelve como si abrieras la puerta de un horno. Los cristales revientan hacia fuera, y una lluvia de fragmentos de piedra y restos rebotan contra el techo y te caen encima como granizo, sientes más que oyes los impactos contra el casco y el chaleco y las piernas.

Silencio.

El humo se disipa arrastrado por la brisa. Con los ojos llorosos, toses. El humo blanco de la dinamita tiene un olor distinto del olor a quemado de la pólvora y el acre del TNT, es un olor dulzón, como a plátano. Ves como la campana oscila, pero no oyes nada, ¿te habrás quedado sordo del todo? es lo primero que piensas. Te incorporas y te arrastras hasta la ventana rota tosiendo, boqueando en busca de aire fresco. Entonces oyes campanas en la distancia, un sonido lejano que va creciendo. La campana del reloj oscila, doblando a muerto... estás recobrando el oído. Toses, escupes, y te pones en pie con esfuerzo. Parece que estás entero aunque tu chaleco y tu ropa están chamuscados, así como te pica la piel expuesta de los brazos. Tienes alguna contusión en la piel expuesta y te sacas un par de astillas de madera, pero nada grave.

Con la campana repicando más lentamente conforme disminuyen sus balanceos, te asomas al hueco de la escalera. Todavía surgen volutas de humo, pero ves que la escalera está cegada porque se han desprendido piedras. No puedes creer que tres cartuchos hayan causado una explosión tan potente. La única explicación ya que el tipo iba con el torso desnudo es que tipo llevara un saco o una mochila cargada con varios kilos de dinamita y la dejara en la escalera para sacar los cartuchos.

Te quitas el almete, los guanteletes, el chaleco.. y hasta las zapatillas y disfrutas goloso del aire puro y del sol del verano tardío y del silencio cuando se detiene la campana y se asientan los escombros Debe ser mediodía. No han debido pasar más que pocas horas desde que escapaste de la celda esta mañana, pero parece una eternidad...
Última edición por El Analandés el 28-Jul-2016, 21:49, editado 1 vez en total.
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Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

No pasan más de un par de minutos hasta que el hámster que tienes en la cabeza empieza a darle vueltas a la rueda del pensamiento. Resulta tentador quedarse aquí arriba, a salvo, y esperar a que Dürr y sus secuaces se larguen y te dejen solo. Podías esperar a la noche, o la mañana siguiente, y luego bajar. Igual hasta la explosión se ha visto u oído a lo lejos y viene la policía a investigar. No, no puedes quedarte aquí. La paranoia te dice que si ven que estás aquí podrían dispararte desde los tejados. Vuelves a ponerte las zapatillas y miras en derredor. Ves que el castillo es un cuadrilátero, con un patio, la torre está en el ala oeste.

¿Cómo vas a bajar de aquí? ¡La cuerda! Te acuerdas de la puta cuerda que estuviste a punto de dejar más de una vez por lo que pesaba, rebuscas en la mochila presa de una angustia irracional que no se calma hasta que la sacas del fondo de la mochila.

La atas a uno de los engranajes de la maquinaria del reloj y la dejas caer. Pones mala cara al ver que se queda un par de metros corta, pero crees que podrás saltar el resto. Ahora te preocupa el peso. Es delgada y crees que soportará tu peso, pero si le sumas el equipo quizá no. Decides no arriesgarte, y de todas maneras ya es bastante peligroso bajar por la cuerda a pulso como para hacerlo cargado.


Sacas las granadas del bolsillo del chaleco, cierras todas las cremalleras y pasas la cuerda por las hombreras, coges los dos cabos y lo haces descender con la cuerda doblada hasta media altura, y sueltas un extremo para dejarlo caer. Aterriza con un golpe sordo, levantando una nubecilla de polvo, y algunos cartuchos se escapan con el impacto.

No tienes correa para la metralleta, así que la envuelves cuidadosamente en la sudadera y la metes con la pistola y la escopeta en la mochila. Confías en la proverbial dureza de las armas rusas y la robustez de la escopeta para que no se rompan con la caída. No te atreves a dejar caer las granadas desde esa altura, así que vacías la bolsa de costado de los cartuchos de escopeta y las metes ahí dentro. La llevarás colgando.

Repites la operación y con estrépito cae la mochila. Se desparraman algunos objetos pero los recogerás luego.

Decides bajar con el casco y los guanteletes puestos, porque no los puedes bajar y por si acaso te golpeas al bajar los últimos metros. El recio cuero de los guantes evitará que te quemes las manos. Tratarás de bajar con los pies apoyados en la pared y deslizándote poco a poco.

Nunca has hecho rappel ni escalada, bueno, una vez sí, en una excursión en los Pirineos en Asturias, cuando eras chaval, pero después de pensarlo improvisas un arnés. La anilla del manojo de llaves parece robusta, y la pasas por la hebilla del cinturón, de modo que la cuerda haga un bucle en torno a tu cintura y se vaya deslizando sobre el cinto y pasando por la argolla, de forma que puedas bajar deslizándote poco a poco y apoyando los pies en la pared.

Por último te atas con mucha fuerza los cordones de las botas de baloncesto para evitar torceduras de tobillo al saltar el último par de metros y te bebes la botella de agua entera.

Ya dispuesto, haces acopio de valor, y vences el miedo a la altura, o mejor dicho, a la caída, y tratando de no mirar abajo te descuelgas por la ventana rota, paso a paso, saltito a saltito, mientras la cuerda se va deslizando raspando por tu improvisado arnés, despacio, muy despacio comienzas el descenso, sudando por el esfuerzo y la angustia....

¿CONTINUARÁ?
Última edición por El Analandés el 04-Sep-2016, 21:50, editado 4 veces en total.
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